de Pedro Castrillo
Inédito

Tras quince meses de prisión preventiva, Ilaria Salis ha salido hoy de la cárcel de Gyorskovsi Utca en la que se encontraba. El tribunal ha acogido el recurso de la defensa —así como los 40.000 euros depositados como fianza—, concediéndole a la profesora y militante antifascista el arresto domiciliario en una pequeña ciudad húngara. Tras llegar a la casa en la que se alojará, la policía le ha colocado una pulsera electrónica que monitorizará todos sus movimientos.

«Por fin podremos volver a abrazar a Ilaria», ha comentado Roberto Salis, padre de Ilaria, al saber la noticia. «Esperemos que se trate solo de algo temporal, antes de verla de vuelta a Italia». Un regreso que podría hacerse realidad tras las elecciones europeas, a las que Salis se presenta candidata con la coalición Alianza Verdes-Izquierda, en un movimiento táctico explícitamente destinado a su liberación (en el caso de que consiguiera un escaño en el parlamento europeo).

Mientras tanto, continua el juicio contra Salis, con la Fiscalía húngara que ha pedido 11 años de cárcel por supuestas agresiones a varios neonazis durante la Festung Budapest 2023, un festival financiado por el gobierno de Orbán que homenajea a los militares de las SS que combatieron contra el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial.

En los últimos meses, el caso de Salis ha adquirido una dimensión internacional, especialmente tras las denuncias de las condiciones en que se encontraba en la cárcel, colocando en una posición incómoda a la misma Giorgia Meloni y evidenciando el régimen autoritario y personalista existente en Hungría.

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