«Nuestra impresión es que la izquierda muy a menudo no es sino una retaguardia que persigue la conservación de relaciones sociales que ya no existen […] Y cuando la izquierda se convierte en retaguardia, se vuelve simplemente inexistente.»

«Nuestra impresión es que la izquierda muy a menudo no es sino una retaguardia que persigue la conservación de relaciones sociales que ya no existen […] Y cuando la izquierda se convierte en retaguardia, se vuelve simplemente inexistente.»
«En estos días estamos intentando hacer lo que hay que hacer. Organizarnos en grupos de solidaridad, desplazarnos para ayudar a las personas y los territorios más afectados. Pero no, no somos putos ángeles del barro. Porque, sí, llevamos botas, intentamos agenciarnos palas, le ponemos energía y pasión, intentamos hacerlo con una sonrisa. Pero también estamos muy cabreadas. Porque en la época narrada como del mundo digital y de la “economía verde”, este tipo de cosas siguen ocurriendo y con peores consecuencias que antes.»
«La fuerza y la inventiva del movimiento de los comunes que resurge y que nos ha llevado a hablar de común en singular, como forma de producción emergente, nos pueden ayudar a salir de la falsa alternativa Estado/Mercado.»
Tanto la escritura como la militancia del boloñés Valerio Evangelisti nacen en una dimensión social y cultural muy concreta, la de la Italia rebelde y revolucionaria a caballo entre el 68 y los años 70.
Los años 80 constituyen un cambio en los paradigmas del conflicto. A partir de esa década, la revuelta toma el espacio de la revolución. Se transforma así la temporalidad: el tiempo queda suspendido y ya no es posible apropiarse de él. Las y los rebeldes, en lugar de dirigirse amenazadoramente hacia la Bastilla o el Palacio de Invierno, empiezan a asaltar los centros comerciales de sus barrios o a ocupar ilegalmente los solares y fábricas abandonadas del extrarradio urbano para organizar centros sociales o raves ilegales. La catástrofe de la política actual deriva del no haber entendido ese salto de época.
Alfredo Cospito ha confirmado a los médicos que continuará la huelga de hambre hasta sus últimas consecuencias. Su caso ha abierto un debate en una Italia que inventa nuevas formas de represión bajo el gobierno de Giorgia Meloni.
de Mauro Di Vito //
Casi 100 días de huelga de hambre de Alfredo Cospito no han detenido su lucha contra el régimen carcelario del 41-bis y la cadena perpetua sin reducciones.
Una protesta que recibe solidaridad desde toda Europa, pero que sigue encontrándose con un muro por parte de las instituciones italianas. Mientras tanto, las condiciones clínicas del preso anarquista empeoran día tras día.
de Amedeo Cottino //
Breve repaso histórico sobre cómo los grandes propietarios de la industria del amianto —ayudados por políticos y burócratas— priorizaron durante décadas sus beneficios económicos a la salud de miles de trabajadores y trabajadoras, a sabiendas de los riesgos que estos corrían. Un atentado premeditado contra la vida de miles de personas, muchas de las cuales enfermarán en las próximas décadas.
«También en Italia, en los últimos años, han muerto personas presas en huelgas de hambre […] en la casi total indiferencia de la opinión pública. Gracias a una movilización continua y extendida, se ha conseguido llamar la atención sobre el caso de Alfredo Cospito […] No queremos un mártir, sino el fin del régimen del 41-bis y una nueva conciencia sobre la justicia y la cárcel en Italia.»
Entrevista inédita en castellano a Mario Moretti, dirigente de las Brigadas Rojas, sobre el secuestro y asesinato de Aldo Moro. Moretti está en libertad desde mediados de los años 90.