de Redacción Infoaut
Publicado en italiano en Infoaut
Traducción inédita

Roma 7 de enero de 1978, 18:20. Cinco militantes del Frente de la Juventud [juventudes del Movimiento Social Italiano, MSI, partido neofascista fundado en 1947, N. del T.] salen de la sede de Vía Acca Larentia 28, en el barrio de Appio Latino, dejando una nota sobre la mesa: «Estamos en Prati, nos vemos mañana».

En aquellos años, la zona de Acca Larentia es tristemente famosa por los numerosos ataques escuadristas que, en demasiadas ocasiones, toman como punto de partida precisamente esa sede.

Fuera, esperando a los neofascistas, un grupo de cinco o seis personas que, en cuanto ven que se abre la puerta, abren fuego.

Franco Bigonzetti, estudiante de 20 años, muere en el acto. Otros tres consiguen volver a entrar en la sede, protegida por una puerta blindada. El último militante, Francesco Ciavatta, de dieciocho años, queda herido, e intenta huir por la escalinata situada a un lado de la sede. Vuelve a ser alcanzado por una bala, morirá más tarde en la ambulancia. Algunos días después, la acción es reivindicada con un casete, dejado al lado de un distribuidor de gasolina, por una voz joven y forzada que dice hablar en nombre de los «Núcleos Armados de Contrapoder Territorial» [grupo desconocido hasta la fecha, N. del T.].

«Un núcleo armado, tras un cuidadoso trabajo de contrainformación y control en la cloaca de vía Acca Larenzia, ha atacado a las ratas negras en el exacto momento en que salían para cumplir la enésima acción escuadrista. Que no se engañen los camaradas [sustantivo usado en italiano exclusivamente para los militantes fascistas, N. del T.], la lista es aún larga. Desde hace demasiado tiempo, el escuadrismo llena de sangre las calles de Italia, protegido por los jueces y los partidos del acuerdo a seis. Esta connivencia libra a los fascistas de las cárceles burguesas, pero no de la justicia proletaria, que jamás les dará tregua. Hemos realizado un duro ataque y no aleatoriamente, las alimañas negras son conocidos matones, entrenados en el uso de armas.»

En las siguientes horas a la acción antifascista, cientos de militantes romanos del MSI (entre los que se encuentran Gianfranco Fini, Maurizio Gasparri, Francesca Mambro y Valerio Fioravanti) se reúnen en el lugar. Una cámara del telediario de la RAI graba la entrada de la sede, encuadrando los rostros de los jóvenes neofascistas, que agreden al periodista, provocando así una carga por parte de la policía. Durante el caos que crea el lanzamiento de gases lacrimógenos, entre las filas de los neofascistas aparecen barras de hierro y pistolas. Alguien dispara. El capitán de los carabinieri Edoardo Sivori apunta con su pistola hacia la masa, pero el arma se encasquilla. Le quita de las manos a uno de sus agentes la pistola y dispara, alcanzando en plena frente a Stefano Recchioni, que morirá dos días después en el hospital, provocando la ira de los neofascistas, que iniciarán tres días de enfrentamientos y guerrilla en muchas ciudades italianas. El 10 de enero de 1978, desde los micrófonos de Radio Onda Rossa, se puede escuchar: «Compañeros, no nos escandalicemos, es inútil que nos escondamos: estamos frente a un episodio de antifascismo». La historia judicial de Acca Larentia será larga y sin resolución definitiva: los únicos acusados del doble homicidio fueron cinco militantes de Lotta Continua, siguiendo las dudosas revelaciones de Livia, exmiembro de las Brigadas Rojas, una de las famosas «arrepentidas», que afirmó que les había visto participar en una reunión en la que se decidía la firma con la que se habría reivindicado el ataque.

De los cinco imputados, Daniela Dolce es aún fugitiva; Mario Scrocca se suicidará en la cárcel; y Fulvio Turrini, Cesare Cavallari y Francesco de Martiis serán absueltos por falta de pruebas. La acción del 7 de enero tendrá aún un último epílogo: el 28 de febrero, aniversario de la muerte de Mikis Mantakas, algunos miembros de los NAR [Núcleos Armados Revolucionarios, organización armada de corte neofascista y neonazi, N. del T.], guiados por Valerio Fioravanti, deciden vengarse. Con varios coches, se dirigen a Plaza San Giovanni Bosco, lugar de encuentro para muchos compañeros y compañeras de la zona. Irrumpen en la plaza, abriendo fuego. Alcanzan al tórax a Roberto Scialabba, de 24 años, que acaba siendo ejecutado, mientras está en el suelo, por el mismo Fioravanti, con dos tiros en la nuca. Pocas horas después, los NAR reivindicarán el atentado con una llamada al periódico Messaggero, afirmando que acaban de vengar la acción de Acca Larentia.

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