de Redacción Il Rovescio
Publicado en italiano en Il Rovescio el 16/02/2024
Traducción inédita

El efecto combinado de distintos factores: el anuncio israelí de la operación terrestre contra Rafah, donde se han concentrado ya un millón y medio de gazatíes, alojados en tiendas de emergencia y cada vez más expuestos al hambre, la sed y las enfermedades; la expedición militar en el Mar Rojo, en la que participa también el gobierno italiano y que implica un inequivocable apoyo activo al genocidio en acto; la noticia oficial de que los barcos de guerra israelíes están equipados con cañones de OTO Melara [compañía productora de armamento dependiente de la empresa pública italiana Leonardo, N. del T.]; y, por último, el infame comunicado del consejero delegado de la RAI expresando su solidaridad con Israel sin tan siquiera nombrar al pueblo palestino (un comunicado no solo servil, sino tan estúpido como para hacer reaccionar incluso al inmundo y cómplice Partido Democrático).

Todos estos elementos han hecho crecer el umbral emotivo y la tendencia al conflicto de las manifestaciones en solidaridad con la resistencia palestina, sobre todo gracias a un significativo aumento de la participación juvenil. Lo notamos ya el pasado martes por la noche en Trento, donde una manifestación espontánea de unas doscientas personas se transformó en un bloque compacto en la transitada calle donde se encuentra la sede local de la RAI: un gran número de jóvenes, discursos cargados de rabia y un clima más intenso de lo normal (entre otras cosas, por la noticia de cargas policiales que llegó de una manifestación homóloga en Nápoles). Esa primera impresión fue confirmada por la concentración-manifestación de Turín, donde cientos de chavalas y chavales se enfrentaron con coraje a las porras de los antidisturbios, invadiendo posteriormente un McDonald’s y continuando la manifestación a pesar de la represión policial. Y luego Bolonia, donde una abarrotada concentración organizada por las Juventudes Palestinas de Italia se enfrentó a policías y carabinieri. Incluso donde no ha habido enfrentamientos directos —en Milán, Génova, Florencia, etc.— estas últimas jornadas han estado caracterizadas por una vasta participación juvenil, así como por formas de protesta menos rígidas de lo normal.

Desde la prohibición de manifestarse durante el pasado Día de la Memoria (selectiva) a las reacciones ante un simple «Stop al genocidio» pronunciado en televisión, incluso las piedras se han dado cuenta de que las peticiones sionistas en Italia cuentan con, al menos, tres férreos escoltas: las circulares del Ministerio de Interior, la propaganda de Estado y las porras de la policía. El comunicado de la RAI, que ha llegado tras cuatro meses de bombardeos sistemáticos sobre Gaza, ha representado la clásica gota que colma dentro de un clima creciente de guerra en el que la resistencia palestina ha intervenido de forma imprevista. Muchos y muchas jóvenes descubren en el genocidio del pueblo palestino su Vietnam; en los «valores occidentales», nada más que hipocresía y vileza, y en la liberación palestina del sionismo —y del imperialismo que lo apoya—, una palanca para su propia liberación de un futuro de masacres, desastres medioambientales y control social.

Que la propaganda sionista está cada vez más aislada lo demuestra la falsa marcha atrás llevada a cabo por Biden con sus declaraciones sobre la «exageración» y «desproporción» de los bombardeos israelíes. Palabras que fueron repetidas inmediatamente por el vicepresidente y ministro de Exteriores Antonio Tajani, y que provocaron que empezaran a salir como setas mociones y convocatorias por parte de la «oposición» en favor de un «alto el fuego humanitario», mientras la Liga de Salvini seguía exigiendo la prohibición de cualquier manifestación en solidaridad con Palestina. Aunque este último ataque (contra la solidaridad, pero también contra el protagonismo de las personas migrantes) haya llegado a destiempo, los imprevistos distingos sobre la política israelí representan auténticas preocupaciones para el cortijo del imperialismo occidental, y también, por otro lado, una cortina de humo, visto que respecto a las colaboraciones militares, tecnológicas y comerciales con Israel nadie ha movido un dedo hasta el momento (China y Rusia inclusive), del mismo modo que toda la clase dominante italiana está de acuerdo con la presencia de barcos militares nuestros en el Mar Rojo.

Mientras tanto, en el aire, —esperamos sinceramente no equivocarnos— parece moverse una mayor disponibilidad a traducir en acciones un sentimiento de horror que quita el sueño. En ese sentido, la huelga general del 23 de febrero —sobre todo allí donde tomará la forma de bloqueos de la logística— y la manifestacion a nivel estatal del 24 de febrero en Milán contra todas las guerras del capital representan dos momentos importantes. Pensamos esto con la conciencia de que, sin el añadido de prácticas de acción directa más incisivas, huelgas y manifestaciones no pueden preocupar realmente a gobiernos, patronales y señores de la guerra.

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