de Alice Facchini
Publicado en italiano en Valigia Blu el 07/01/2023
Traducción inédita
«¡Dejad de doraros la píldora» o, aún mejor: «Arrêtez de vous dorer la pillule!», como se dice en francés. Precisamente en Francia se ha reabierto el debate sobre un tema al que en Italia le cuesta encontrar espacio: la anticoncepción masculina. El pasado verano, el periódico francés Libération publicaba en primera página un llamamiento para pedirle al gobierno que abriese el debate y potenciara la investigación sobre los anticonceptivos masculinos. El llamamiento, acompañado de una petición online en la plataforma Change.org y de una campaña con el hashtag #ContraceptonsNous, recogió más de 31.000 adhesiones. Entre los primeros firmantes, había: médicos, psiquiátras, andrólogos, activistas, periodistas y escritores.
En el país galo existen, desde hace algunos años, distintos colectivos de hombres que hablan sobre las opciones disponibles y buscan crear conciencia sobre el tema, para empujar a la comunidad científica a darse cuenta de las actuales exigencias de las parejas. Hasta hoy han sido sobre todo las mujeres las encargadas de la anticoncepción. Existen: la píldora anticonceptiva, el anillo vaginal, el parche anticonceptivo, el diafragma, la espiral, la píldora del día después y otras opciones. ¿Y para los hombres? Las alternativas son poco frecuentes y se usan aún menos, como veremos a continuación.
En Italia, el debate sobre la anticoncepción masculina está aún muy verde. Resulta emblemático el hecho de que el ISTAT [homólogo al CIS español, N. del T.] haya publicado un sondeo sobre la salud reproductiva de las mujeres (y no de los hombres) cuando, mientras tanto, sigue siendo muy difícil evaluar incluso simplemente cuántos hombres usan el preservativo. En el capítulo sobre la anticoncepción femenina, los datos muestran que el método más utilizado por las italianas es precisamente el preservativo (41%), seguido por la píldora (27%) y la marcha atrás (20%). Éste último se considera, desde hace años, un método no seguro según el índice de Pearl, a pesar de lo cual somos el país europeo que más lo practica.
En 2016, incluso la Sociedad Italiana de Ginecología y Obstetricia (SIGO) publicó una investigación que muestra cómo solo el 30% de los entrevistados considera la anticoncepción como una responsabilidad de ambos miembros de la pareja. Para más del 62%, casi 2 de cada 3, se trata de una tarea que atañe exclusivamente a la mujer. Y en caso de embarazo no deseado, para el 41% se trata de un «golpe bajo» de su compañera.
El uso de anticonceptivos masculinos en distintos lugares del mundo
A nivel global, los hombres contribuyen a la anticoncepción en alrededor un cuarto de las parejas fértiles, tal y como muestra una investigación de la Universidad de Cambridge. El estudio toma en consideración cuatro métodos anticonceptivos que los hombres usan directamente o que requieren algún tipo de colaboración por su parte: preservativo, marcha atrás, métodos basados en el cálculo de los días fértiles de la mujer y esterilización masculina.
El método más utilizado en absoluto es el preservativo, cuyo uso representa aún así solo el 12% del total de la anticoncepción a nivel global. Los porcentajes más bajos se registran en África (6,7%), mientras que la cuota más alta se encuentra en Europa, con un 24,6%. La marcha atrás la utilizan el 4,9% de las parejas (mucho más frecuentemente en Europa y América del Norte, poquísimo en África), mientras que el cálculo del periodo fértil alcanza al 4,2% de las personas entrevistadas (con una mayor incidencia en África y en los países más empobrecidos). Por último, la esterilización masculina se practica sobre todo en América del Norte y Australia, mientras que en África está prácticamente ausente como práctica.
El estudio clasifica los resultados en base a la renta. La tendencia es que, cuanto mayor es la riqueza, más frecuente es la utilización de métodos anticonceptivos masculinos. En particular, aumenta el uso del preservativo y el cálculo de los días fértiles, mientras que se practica menos la marcha atrás. La frecuencia de esterilización masculina es, de media, más alta entre los grupos más empobrecidos y más enriquecidos, reduciéndose en las denominadas clases medias.
En lo que respecta la progresión temporal, desde los años 80 hasta principios de los 2000 ha existido una cierta estabilidad en los hábitos: los hombres contribuyeron a la anticoncepción solo en un cuarto de las parejas. El porcentaje desciende hasta el 15% cuando se toman en consideración exclusivamente los hombres que utilizan mayoritariamente anticonceptivos masculinos. En el futuro, escriben los autores de la investigación, «la tendencia debería mantenerse estable, con pocas perspectivas de un aumento a menos que no se lleven a cabo esfuerzos específicos por mejorar el acceso a métodos anticonceptivos masculinos y promover su uso».
Los métodos anticonceptivos disponibles actualmente: preservativo y vasectomía
«Condón», «goma», «forro», etc. El preservativo es el método anticonceptivo más usado por los hombres, en Italia y en todo el mundo. A pesar de eso, incluso este método es criticado habitualmente. Las razones por las que aún muchos hombres se niegan a usarlo fueron recogidas en 2007 por la revista científica AIDS Behave. La más común es que el preservativo reduce el placer, «estropeando el momento». Además, muchos se quejan de que son demasiado estrechos o pequeños, que les baja la erección o que son motivo de situaciones embarazosas. Alguno que no otro declara que no lo usa por considerarlo poco eficaz o, incluso, de «afeminados».
Para los hombres que no quieren usar el preservativo, pero sí quieren ocuparse de la anticoncepción en la pareja, la única alternativa actual es la vasectomía. En Francia, esta práctica, legalizada en 2001, la usa el 1% de los hombres, contra el 21% de Reino Unido. El problema principal de la vasectomía es que no se puede asegurar su reversibilidad. El proceso inverso se llama vasovasostomía y consiste en reenganchar los dos extremos del conducto deferente separados anteriormente a través de una operación. No obstante, los resultados dependen de distintos factores y no siempre la operación resulta eficaz. Por ese motivo, algunos hombres que se hacen la vasectomía optan además por la crioconservación, que consiste en mantener una muestra de semen en congelación, para mantener sus características intactas durante años.
En Italia, la vasectomía estuvo prohibida hasta 1978. Más tarde, esta práctica médica fue legalizada de facto con la ley 194 sobre el aborto: la norma no es explícita, aunque existen varias sentencias de la Casación que subrayan cómo la esterilización masculina no constituye delito. No obstante, el proceso burocrático para poder realizar la operación en el sistema sanitario público es aún muy complejo, y así muchos hombres se orientan hacia clínicas privadas, donde el precio oscila entre los 800 y los 1500 euros.
«En Italia la vasectomía está aún rodeada por un fuerte tabú y muchos prejuicios, porque toca una virilidad, una masculinidad mal entendida», cuenta Giordano (nombre ficticio) de 74 años, que se sometió a una vasectomía en 1977. «En aquellos tiempos, la operación era ilegal. Así que tuve que ir a Roma, donde un médico la practicaba clandestinamente. Primero me hicieron hablar con un par de hombres que la habían hecho ya y luego con un psicólogo, para evaluar si estaba convencido de verdad. Pero yo tenía claro que prefería someterme a una operación así, aunque fuese potencialmente irreversible, antes que obligar a mi mujer a seguir tomando la píldora, que por las altas dosis de hormonas tenía efectos secundarios muy fuertes».
Giordano no había cumplido aún los 30, tenía ya un hijo y en aquel momento no deseaba tener más. «No me he arrepentido nunca, aunque no se lo he contado casi a nadie: solo a unas pocas amigas, a las que impresionó positivamente que me preocupase por el estado de salud de mi mujer y que no considerase que era ella la única que tenía que encargarse de la cuestión de la anticoncepción», cuenta Giuliano. «En cambio, cuando lo hablaba con otros hombres, no compartían mi decisión, más aún, les perturbaba. Aún hoy día se trata de un tabú del que es mejor no hablar: han pasado más de 40 años, pero la presión externa es aún fortísima. Existe el mito de la integridad del cuerpo masculino, mientras que con el femenino nos permitimos hacer lo que nos parezca».
La píldora anticonceptiva para hombres, un horizonte alcanzable
El nuevo método que podría representar un giro de guion en la historia de la anticoncepción masculina es una píldora específica para hombres, a menudo llamada «píldoro». La investigación sobre anticonceptivos hormonales masculinos empezó más o menos en el mismo periodo que aquella sobre la píldora para mujeres, a finales de los años 50, pero ha sufrido ralentizaciones y paradas, y así hoy día no existen aún en el mercado píldoras aprobadas.
La emergencia del SIDA ha contribuido a interrumpir esta investigación, porque en los 80 se intentaron favorecer los métodos anticonceptivos capaces de proteger también de enfermedades de transmisión sexual. Pero este no es el único motivo: existen resistencias en el mundo político y en la industria farmacéutica, además de problemas culturales e informativos.
Se habla mucho, por ejemplo, de los efectos colaterales de los anticonceptivos hormonales, pero mientras que para las mujeres son considerados un inconveniente que hay que aguantar para evitar un embarazo no deseado, en los hombres se le da aún prioridad a la preservación de la salud, como si el embarazo fuese, en esencia, un problema femenino. Luego está la cuestión de la libido: en cuanto se constató que la píldora podía tener efectos sobre el deseo sexual, se consideró que este método no es suficientemente adecuado para los hombres, mientras que la cuestión ha sido mucho menos discutida en el caso de las mujeres.
No obstante, en la actualidad algo está empezando a cambiar. En junio de 2022, la Sociedad de Endocrinología de Atlanta, en Georgia (EEUU), presentó dos píldoras masculinas experimentales: la DMAU y la 11β-MNTDC. Ambas contienen un andrógeno (hormona masculina) y un progestágeno (cuya acción suprime la espermatogénesis). Por ahora el estudio clínico se encuentra en fase 1.
Por otro lado, existen píldoras anticonceptivas no hormonales. En 2015, el equipo de Haruiko Miyata desarrolló una píldora basada en la ciclosporina, una sustancia que funciona como inhibidor de la calcineurina, una proteína con un papel fundamental en la síntesis del esperma. Los investigadores analizaron en detalle dos variantes específicas de la ciclosporina: la tipo A y la FK506. Los ratones en los que se testaron ambos fármacos quedaron estériles a los pocos días de haber empezado el tratamiento, aun manteniendo la capacidad de aparearse. Sus espermatozoides no eran capaces de fecundar los óvulos, por haberse reducido su flexibilidad, lo cual les impedía doblarse como habrían tenido que hacer para penetrar la membrana ovular. Una semana después de la interrupción del tratamiento, la fertilidad fue totalmente recuperada.
No obstante, la píldora que actualmente despierta mayor interés es la YCT529, ideada por un grupo de investigadores de la Universidad de Minnesota. Se trata de una sustancia que actúa sobre el receptor de ácido retinoico alfa (Rar-α), más concretamente, de una proteína que se une al ácido retinoico, que es a su vez mediador de las funciones de la vitamina A, la cual influye en el crecimiento de las células y la formación de los espermatozoides. En el pasado, se ha intentado inhibir el funcionamiento de los tres tipos de receptores de ácido retinoico (Rar-α, Rar-βy Rar-γ), pero en este caso los investigadores han preferido concentrase en el subtipo α, bajo la hipótesis de que los efectos secundarios serán menores. La YCT529 fue testada en ratones macho durante cuatro semanas y provocó una drástica reducción en la producción de espermatozoides, con una eficacia del 99% en la prevención del embarazo. La experimentación en seres humanos podría empezar a finales de año, mientras que para su comercialización habrá que esperar por lo menos otro lustro.
Los otros caminos de la anticoncepción masculina
A lo largo de los años, científicos e investigadores han desarrollado otros métodos anticonceptivos para hombres. Uno de estos es un gel hormonal que bloquea la formación de espermatozoides y que se encuentra actualmente en fase de experimentación en Estados Unidos. Se trata de una sustancia a base de testosterona y progesterona sintéticos, que hay que aplicar en muslos, hombros y espalda. Las hormonas inhiben la productividad de los testículos, provocando la supresión de la producción de espermatozoides. El problema son, como siempre, los efectos secundarios: inhibiendo la producción de testosterona, se provoca una disminución de la libido y la erección.
Existe otro tipo de gel, en este caso de tipo no hormonal, que no se aplica sobre la piel, sino que es inyectado directamente en los conductos deferentes (aquellos que transportan los espermatozoides hasta la uretra). Bloqueando estos vasos con una especie de espuma se impide a los espermatozoides provenientes de los testículos que entren en contacto con el líquido seminal. Un prototipo de este gel es el RISUG (Reversible Inhibition of Sperm Under Guidance), desarrollado en India. Se trata del primer y único anticonceptivo masculino que ha alcanzado, hasta la fecha, la fase 3 de la experimentación clínica, esto es, la penúltima del proceso. En Estados Unidos, basándose en el mismo principio, se encuentra en experimentación un fármaco parecido.
Por otro lado, existen métodos basados en el calor. Para producir esperma, los testículos deben encontrarse a una temperatura inferior a la del resto del cuerpo, de entre 34 y 35 grados. Aumentar la temperatura del testículo llevaría a una reducción de la espermatogénesis, esto es, de la formación de células sexuales capaces de fecundar. Para obtener estos resultados, se está experimentando un anillo de silicona especial, el andro-switch, que acerca los testículos a la base del pene y aumenta así su temperatura interna. Este mismo mecanismo intentan aprovecharlos algunos modelos de calzoncillos especiales, slip o boxer, que levantan los testículos hacia la ingle o que los calientan a través de un termorregulador.
Por último, existen los ultrasonidos. La idea de los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte consiste en aplicar ondas sonoras de alta frecuencia a los tejidos, los cuales las absorben en forma de calor. Además, los ultrasonidos son capaces de influenciar las tasas de absorción de los iones por parte de las células, que a su vez podría crear un ambiente desfavorable para la espermatogénesis. Esto llevaría a una infertilidad temporal, de aproximadamente seis meses, pero hasta ahora los estudios se han llevado a cabo solo en animales. «Nuestra sociedad limita el acto sexual a la mera penetración, pero in realidad existen muchos otras formas de hacer el amor», afirma Beppe Pavan, fundador de Uomini in Cammino [Hombres en Camino], el primer grupo italiano de autoconciencia masculina, fundado en Pinerolo (Turín) en 1993, y que forma parte hoy día de la red Maschile Plurale [Masculino Plural]. «Si partimos de esa nueva premisa, cambiará también nuestra visión de la anticoncepción. Mi mujer y yo practicamos desde hace años la masturbación recíproca, que nos permite a los dos alcanzar el orgasmo, y a su manera se trata también de un método anticonceptivo porque no comporta el riesgo de un embarazo no deseado. En mi vida personal, entre otras cosas gracias a ella, ya en los años 70 empecé a cuestionarme estos temas. He tardado mucho en empezar a hablar con otros hombres y a hacerlo públicamente. Más tarde fundamos Uomini in Cammino: en nuestros encuentros hablamos de sexualidad, prostitución, y también de anticoncepción. Pero se habla aún muy poco de métodos anticonceptivos alternativos. Es un tabú que resulta aún difícil sacar a la luz».