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La perspectiva histórica de Giorgia Meloni: apuntes sobre su primer discurso al Parlamento

de Elio Catania y Pedro Castrillo //

En su primer discurso al Parlamento italiano tras la victoria electoral, Giorgia Meloni ha dado voz a esa cultura neofascista que desde los años 70 utiliza el victimismo y la manipulación de la historia para presentarse como única «fuerza sana», como salvadores de una «democracia incompleta» en manos de partidos corruptos que no defienden los auténticos intereses de la Patria.

de Elio Catania y Pedro Castrillo
Inédito

En el día de ayer, la líder del partido postfascista Hermanos de Italia y ganadora de las últimas elecciones, Giorgia Meloni, dirigió el protocolario discurso al parlamento italiano para pedir formalmente su confianza para ser investida como presidenta del gobierno. Si bien se da por descontado que superará la prueba —los partidos de la coalición que encabeza tienen mayoría absoluta en el parlamento—, se trata de un momento relevante para generar el contexto retórico y cultural en el que el nuevo gobierno implementará sus políticas.

Más allá de chascarrillos con los que la nueva presidenta ha pretendido acercarse al pueblo, autodefiniéndose como «underdog» y «mujer hecha a sí misma», quizás lo más importante de su discurso es la visión de la historia que expresa, un revisionismo con el que lleva a lo más alto de las instituciones italianas los discursos de la moderna cultura neofascista.

1. Meloni no menciona en ningún momento la Liberación de 1945, fruto de la resistencia al régimen nazifascista y base para la proclamación de la actual República Italiana. En su lugar, Meloni prefiere referirse al Resurgimiento, un movimiento cultural de carácter burgués que representó la base política para la fundación del Reino de Italia, proclamado en 1861 tras varias guerras de anexión. Una posición en línea con esa derecha italiana que desde siempre denuncia el excesivo peso que se le da a la Resistencia en detrimento de la «unificación nacional» como mito fundacional del Estado italiano.

2. Cita como predecesoras a Tina Anselmi (partisana de Acción Católica y primera mujer ministra con la Democracia Cristiana) y Nilde Iotti (partisana y primera mujer presidenta del Congreso con el Partido Comunista Italiano), como mujeres con roles importantes en las instituciones, no como antifascistas. Incluye también, como «ejemplos a seguir», figuras femeninas propias del Resurgimiento.

3. Se refiere a Paolo Borsellino, juez antimafia y simpatizante del Movimiento Social Italiano (partido neofascista fundado en 1946) y al atentado de Via D’Amelio perpetrado por Cosa Nostra en 1992 que acabó con su vida y la de cinco de sus escoltas. Este evento se convirtió en el mito que empujó a la juventud postfascista de los años 90 a «entrar en política por la Patria».

4. Condena el fascismo como parte de los totalitarismos del siglo XX. Una pena que poco después critique con mucha más vehemencia al antifascismo militante, el cual describe como base de un «largo periodo de lutos [que ha] perpetuado el odio de la guerra civil» (es decir, de la Resistencia). Además, hace referencia a los muertos de la “comunidad” a la que pertenece, la neofascista (los cuales, por dejarlo claro, son muchos menos que los del bando antagonista). En este sentido reproduce parte del discurso realizado por su mentor, Ignazio La Russa, en su toma de posesión como presidente del Senado.

5. Meloni define en repetidas ocasiones que pertence a la derecha «democrática», un área plenamente integrada en la República y que más que ninguna otra ha luchado, supuestamente, por la «pacificación nacional». Esta denominación representa una novedad, ya que ni el Movimiento Social Italiano ni sus predecesores (el último de los cuales es, precisamente, Hermanos de Italia) se han referido nunca a sí mismos como «democráticos», prefiriendo el uso de la expresión «derecha social».

6. ¿«Una comunidad de hombres y mujeres que ha actuado siempre bajo la luz del sol»? Ninguna referencia, obviamente, al «quinquenio negro» (1969-74), a la masacre de Bolonia o al papel de Giorgio Almirante (ministro de Mussolini y fundador del Movimiento Social Italiano) en ese mismo régimen fascista que supuestamente condena.

7. Precisamente aquí se encuentra el punto focal: la «generación Atreju» (a la cual Meloni pertenece y que toma su nombre de un evento anual organizado desde 1997 por las juventudes de varios partidos de derechas) aspira a refundar la clase dirigente dejando a un lado tanto el antiguo régimen fascista como la Resistencia. Su terreno de conflicto son los años 70, en los que se sitúan del lado de las víctimas y autodefiniéndose como «única fuerza sana» en un clima de guerra civil provocado por la izquierda. Su contexto es el de una «democracia incompleta» —de la que habrían sido desde siempre paladines—, la cual habría degenerado en una «partidocracia» corrupta y confabulada con la mafia. Una narración utilizada por la extrema derecha desde hace tiempo, que ha penetrado parcialmente en el imaginario colectivo italiano, entre otras cosas con la ayuda del escándalo de corrupción bautizado como Tangentópoli (literalmente “ciudad de los sobornos”). Esa narración puede ahora convertirse, gracias al gobierno encabezado por Giorgia Meloni, en el discurso institucional mayoritario.

8. Que quede claro: no se trata de un discuso subversivo, sino de uno dirigido a las generaciones dominantes dentro de las clases dirigentes —formadas por quienes eran jóvenes o adultos en los 70 y aquellos crecidos entre los 80 y los 90—, nicho en el que Hermanos de Italia aspira a integrarse, desplazando el eje cultural cada vez más a la derecha.

9. Esta operación encuentra terreno fértil gracias al borrado —ya concluido— de la estrategia de la tensión de la memoria colectiva y a la construcción de una memoria alternativa centrada en un genérico «extremismo» (generalmente de izquierdas) y en una narración según la cual la democracia italiana ha resistido a conspiraciones, terrorismo, mafias, corrupción y gobiernos débiles gracias a las «fuerzas sanas» del Estado y la política. Esas mismas fuerzas que, Movimiento Social Italiano y Giorgi Meloni inclusive, han intentado derrocar la democracia parlamentaria en varias ocasiones.

Estos apuntes son fruto de la traducción y posterior integración de un hilo publicado en Twitter por el activista y escritor Elio Catania.

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