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Economía y trabajo

Malditos pobres, maldita renta

de Antonio Sanguinetti //

En las pasadas elecciones en Italia, la juventud y las personas más empobrecidas votaron de forma parecida. Una agregación espontánea favorecida por la importancia que para ambos colectivos tiene la Renta de Ciudadanía. Una alianza entre grupos sociales, por ahora inconsciente, que representa aún así una muestra de lo que está por venir.

de Antonio Sanguinetti
Publicado en italiano en DinamoPress el 03/10/2022
Traducción inédita

Desde hace semanas no se habla de otra cosa que de la Renta de Ciudadanía. Ha sido el tema más evocado en la última campaña electoral: la derecha y los liberales de Carlo Calenda han declarado que quieren abolirla, mientras que el Movimiento Cinco Estrellas la ha defendido. En medio se encuentra el Partido Democrático, que ha oscilado entre ambas posiciones. Inicialmente, en línea con la “agenda Draghi”, prometía restricciones a esta ayuda, pero cuando los sondeos empezaron a premiar a los Cinco Estrellas giró hacia una propuesta de ampliación.

La oposición política a la Renta ha sacado de nuevo el clásico armamento retórico de la lucha al Estado social. Un modelo de estigmatización del pobre que se remonta a los tiempos del primer desarrollo industrial y que fue barrido por el keynesianismo y las luchas sociales de la segunda posguerra. Fue Thatcher la que retomó el claim del pobre como individuo “gorrón” para minar el Estado de bienestar inglés. Un prejuicio que desde los años 80 se ha convertido en opinión común entre los políticos neoliberales.

Así, si hoy día encendemos la televisión podremos escuchar las mismas expresiones de hace tres siglos, con el centrista de turno que define una medida de lucha a la pobreza como “antieducativa” o, aún peor, “metadona de Estado”, como ha llegado a afirmar la futura primera ministra italiana. Calenda y Meloni hacen referencia, probablemente sin saberlo, a los argumentos clásicos de quienes históricamente han luchado contra los pobres, considerando voluntaria la condición de pobreza. Para ellos, los pobres son sujetos vagos que se niegan a trabajar, personas dedicadas al ocio que pretenden pasar la vida en el sofá. En una palabra, holgazanes.

El por entonces ministro de Trabajo, Luigi Di Maio [cuando aún era miembro del Movimiento Cinco Estrellas, N. del T.] llegó a realizar en la ley una modificación que preveía una pena de hasta seis años de prisión para aquellas personas que, siendo beneficiarias de la Renta de Ciudadanía, lleven a cabo actividades económicas en negro. La RdC en Italia da miedo a pesar de que se trate, al fin y al cabo, de una medida económicamente blanda y con remarcados aspectos punitivos. Los partidos hablan de su abolición, cuando lo que habría que hacer es ampliarla a más grupos de personas empobrecidas, así como desengancharla de las políticas activas de empleo. Para encarar las múltiples crisis que estamos afrontando y afrontaremos en los próximos meses, sería necesaria una medida mucho más financiada, incondicional y universal de la tan odiada Renta de Ciudadanía.

«En el Sur, la Renta de Ciudadanía es el primer partido»
En Italia, las retóricas contra los pobres adquieren características racistas y antimeridionales. Las tasas de desempleo y pobreza son desde siempre más altas en las regiones del Sur. El desprecio asociado a los pobres en Italia se convierte así en una característica antropológica de la gente del Sur.

Durante la campaña electoral se han podido oír las típicas soflamas contra los napolitanos, calabreses o sicilianos que pretenden vivir de las ayudas, incluyendo frases sin sentido lógico como «la Renta de Ciudadanía compra votos», o «los Cinco Estrellas usan la Renta de Ciudadanía como sistema clientelar». No obstante, las peores afirmaciones contra la gente del Sur se han escrito durante los análisis postelectorales.

Es un hecho que los beneficiarios de la RdC no corresponden a los votantes, ya que entre los primeros una parte consistente está compuesta por menores de edad y personas migrantes. Estas últimas, como consecuencia de leyes claramente racistas, no tienen derecho a voto en las elecciones generales, quedando éste restringido a las personas con nacionalidad italiana. Para entender quiénes son sus beneficiarios, resulta necesario precisar que la Renta de Ciudadanía es una medida de apoyo que se concede a núcleos familiares. Por tanto, para calcular el número de beneficiarios, hay que multiplicar el número de núcleos por los componentes de la familia. Existen núcleos beneficiarios compuestos por una sola persona (alrededor de 550.000) y otros formados por familias con o sin hijos.

Según el informe trimestral del INPS [organismo encargado de la Seguridad Social en Italia, N. del T.], los menores de 18 años conforman el 25% del total de beneficiarios (unos 600.000). Un beneficiario de cada cuatro, por tanto, es menor de edad, por lo que lógicamente no ha podido votar al Movimiento Cinco Estrellas. En el informe del INPS se indica también el número de ciudadanos no italianos que son beneficiarios: un 12% del total. El requisito de 10 años de residencia sin interrupciones en Italia restringe la posibilidad de ser beneficiario a la mayoría de personas migrantes (aunque no la cierra totalmente), siendo éste un elemento discriminatorio y que actualmente está a la espera del pronunciamiento del Tribunal Constitucional italiano y del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

La tasa de personas migrantes beneficiarias de la RdC cambia a lo largo del territorio italiano, siendo prácticamente cero en las áreas del Sur y mucho más significativo en las regiones del Norte. El monitoreo realizado por ministerio de Trabajo en 2019 calculaba que la cifra se encuentra alrededor del 20% en Véneto, Lombardía, Friuli-Venecia Julia y Emilia-Romaña. Por tanto, se puede decir tranquilamente que la proporción entre beneficiarios y votantes anunciada por la propaganda electoral ha sido totalmente inflada y que habría que reducir en un tercio el número absoluto de beneficiarios-votantes.

Un último apunte tiene que ver con la condición de dependencia. Como indica el ISTAT [homólogo del CIS españo, N. del T.], las familias con personas dependientes a su cargo son las más expuestas a la pobreza y, por ese motivo, resultan una proporción significativa de los beneficiarios de la Renta de Ciudadanía. Existen 193.000 núcleos familiares con personas dependientes, un 17% del total. También en este caso, no todas las personas beneficiarias han tenido la posibilidad de ir a las urnas para expresar su voto. En muchos casos estamos hablando de personas que no pueden levantarse de la cama, o que por diversos motivos están imposibilitados a ir a las urnas.

Los pobres y la Renta de Ciudadanía
Utilizar una aritmética lineal para equiparar votantes del Movimiento Cinco Estrellas y beneficiarios de la RdC es objetivamente discriminatorio, a pesar de que esta última haya jugado un papel relevante en el 15% de los votos alcanzado por el partido de Giuseppe Conte. Pero esta lectura puede llevarnos a equívocos si se limita su lógica al estrecho espacio de la utilidad individual.

Los beneficiarios de la RdC representan una población móvil, que cambia en el tiempo, no se trata siempre de las mismas personas. Los requisitos de acceso están relacionados con los umbrales de renta, el patrimonio de bienes muebles e inmuebles y otros parámetros socioeconómicos. A menudo, los beneficiarios son además trabajadores, por lo que el acceso a la ayuda puede depender de variaciones en el sueldo, las horas y los días trabajados.

El informe trimestral del INPS muestra como en los primeros meses de 2022 hasta 190.000 núcleos familiares han dejado de tener derecho a la RdC, cifra que fue de 346.000 en 2021 y de 257.000 en 2020. La causa más frecuente es un cambio en las condiciones económicas según los criterios del Estado, especialmente en febrero, cuando se hace la declaración de la renta. Además, el número de beneficiarios está naturalmente influenciado por la marcha de la economía. Por ejemplo, su número total aumentó durante la pandemia. Tocó techo en 2021 y, más tarde, a partir de enero de 2022, ha sufrido un progresivo descenso.

Por otro lado, la concentración masiva de beneficiarios en algunos barrios periféricos es indicadora de un voto homogéneo entre personas con condiciones de vida parecidas. Nos indica también que en algunas zonas se han activado mecanismos de solidaridad entre personas próximas, vecinos, amigos o parientes. Un voto que ha intentado evitar el peligro de la abolición de la Renta de Ciudadanía; que intenta evitar que familias al completo caigan en la desesperación económica.

Otro dato significativo lo han arrojado los sondeos de Youtrend sobre los flujos de votos. El instituto demoscópico ha mostrado cómo en la franja de edad entre los 18 y 34 años, el partido más votado ha sido el Movimiento Cinco Estrellas. Una generación que solo ha conocido la precariedad y que sufre más que cualquier otra la desestructuración del mercado laboral y el boom de los contratos temporales.

En las urnas, la juventud y las personas más empobrecidas votaron de forma parecida. Una agregación espontánea favorecida por la importancia que para ambos colectivos tiene la Renta de Ciudadanía. Una alianza entre grupos sociales, por ahora inconsciente, que representa aún así una muestra de lo que está por venir.

4 respuestas a «Malditos pobres, maldita renta»

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