de Wu Ming 1
Publicado en Telegraph el 02/08/2022
Traducción inédita
Traducimos un pequeño fragmento extraído por el mismo autor de su libro La Q de Qomplotto – Q Anon e dintorni / Come le fantasie di complotto difendono il sistema [La Q de Qomplot – Q Anon y alrededores / Cómo las fantasías de la conspiración defienden el sistema], publicado en italiano por la editorial Alegre (primera edición de marzo de 2021) e inédito en castellano [N. del T.].
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[…] Por último (pero me encontraba aún en el principio): cuanto más extremas eran las fantasías de la conspiración, mayor era su efecto de distracción, incluso sobre quien las combatía. Un fenómeno como QAnon empujaba en dirección del menosmalismo de siempre, el cual, desplazando el cuadro político cada vez más hacia la derecha, había consolidado el orden neoliberal. En nombre del menos malo se habían llevado a cabo políticas cada vez más de derechas, porque si no… llegaba la derecha.
En ese desplazamiento general, el espantapájaros del antes –ese «peor» contra el que se invocaba el «voto útil»– se había convertido en la opción aceptable del ahora. En Italia, frente a Berlusconi, la “izquierda” neoliberal había reconsiderado al Movimiento 5 Estrellas; frente a Salvini, había reconsiderado a Berlusconi y quizás, frente a quién sabe quién, un día reconsideraría a Salvini*. En Estados Unidos, frente a Trump, la “izquierda” neoliberal había reconsiderado incluso a George W. Bush. Y frente a una secta como QAnon, una ultraderecha armada con la que Trump se codeaba, ¿cómo no esperar una victoria de Biden, cómo no votarlo, aunque fuese tapándose la nariz?
Las teorías de la conspiración y el menosmalismo eran ambas narraciones de distracción, y se alimentaban mutuamente. Vendido como «realismo», el menosmalismo había convertido poco a poco cualquier alternativa en algo impensable, dejando sin representación –y, sobre todo, sin visión, sin imaginación– porciones cada vez más amplias de la sociedad, que en la desesperación habían elegido distintos populismos y que ahora, decepcionadas también por los populismos, se revolcaban en las fantasías de la conspiración. Éstas se volvían cada vez más aterradoras, empujando a otros y otras a buscar refugio en el menos malo.
Antonio Gramsci escribió en su momento sobre el menos malo en sus Cuadernos de la cárcel**:
Un mal es siempre menor respecto a otro sucesivo posiblemente mayor. Todo mal se vuelve menor respecto a otro que se perfila mayor, y así hasta hasta el infinito. Por tanto, la fórmula del mal menor, del menos malo, no es sino la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento históricamente regresivo, movimiento cuyo desarrollo es guiado por una fuerza eficiente y audaz, mientras las fuerzas antagonistas (o, mejor dicho, sus líderes) deciden capitular progresivamente, en pequeñas etapas y no con una única acción (esto tendría un significado muy distinto, por el efecto psicológico condensado, y podría provocar el nacimiento de una fuerza activa competidora respecto a aquella que pasivamente se adapta a la “fatalidad”, o reforzarla en caso de que ya existiera).
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*El libro se acabó de escribir antes de que el Partido Democrático formase un gobierno de coalición con Salvini, con Draghi como presidente.
** Cuaderno 16, XXII, § (25), en Cuadernos de la cárcel (edición crítica –en italiano– del Instituto Gramsci, dirigida por Valentino Gerratana (publicado por Einaudi en Turín en 1975).
Una respuesta a «De «menos malo» en «menos malo» hemos acabado aquí»
[…] e inmediatamente después el «antiberlusconismo», postura instrumental usada para imponer ese menosmalismo que nos ha […]
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