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Ciencia Crisis del covid-19

Aprender de las manifestaciones contra el pasaporte covid

de Simone Clemente

Las manifestaciones contra el pasaporte COVID en Italia han sido numerosas y han contado con cifras de participación nada desdeñables. Observarlas con una mirada crítica nos da pistas sobre cómo ha sido y cómo podría ser la comunicación de la ciencia y la medicina en momentos críticos como el actual.

de Simone Clemente
Publicado en italiano en OggiScienza el 28/07/2021
Traducción inédita

La noche del 22 de julio la centralísima Piazza Castello estaba hasta los topes de gente. Quienes conocen Turín saben que se trata de un lugar obligado para cualquier evento político. Independientemente del color, la plaza es punto de llegada de cualquier manifestación o concentración que pretenda ser visible. Se trata de una plaza amplia, que no se llena con unos pocos centenares de personas.

Según los No Green Pass [nombre que se le da en Italia al pasaporte COVID, N. del T.], organizadores de esta manifestación, en la plaza estuvieron presentes 5.000 personas. Según las autoridades policiales los participantes fueron 2.000, per la esencia cambia poco: ambos números indican que estas manifestaciones han superado el micromundo NoVax, consiguiendo implicar a personas que hasta hoy se habían mantenido alejadas de ese movimiento. El 24 de julio, el evento se difundió a una veintena de ciudades italianas, en todos los casos con números no despreciables. Así, esa fecha fue una ocasión para observar el fenómeno de cerca y hablar con los participantes, para hacerse una idea más clara de cómo es el pueblo No Green Pass y reflexionar sobre la comunicación de la ciencia y la medicina en este periodo pandémico.

Manifestaciones heterogéneas
Intercambiando unas palabras con los participantes emerge una asociación generalizada entre oposición al pasaporte COVID y desconfianza hacia las vacunas anti-COVID. No obstante, del mismo modo, muchas de las personas entrevistadas no son hostiles a las vacunas en general. «No he tenido ningún problema en vacunar a mis hijos con las vacunas obligatorias, pero de estas nuevas no me fío porque llevan poco tiempo siendo utilizadas», explica una mujer de unos cuarenta años presente en la plaza. A esta opinión se suman, entre los presentes, quienes no se fían de las tecnologías de ARN y quienes no quieren inyectarse Adenovirus de primates no humanos.

Si dudas como éstas están tan difundidas entre la población, significa que existe claramente una brecha en cómo esas tecnologías han sido comunicadas. «Son el síntoma de una comunicación institucional ausente o mal enfocada», sostiene Giancarlo Sturloni, periodista científico experto en comunicación del riesgo, «basta pensar que en el plan de vacunación los aspectos comunicativos no han sido considerados en absoluto. Un error gravísimo», prosigue Sturloni, «teniendo en cuenta que con la vacuna se pide iniciar un tratamiento sanitario a personas sanas».

Una comunicación demasiado tranquilizadora
Daniela Ovadia, periodista científica e investigadora, comparte en parte la opinión de Sturloni: «La comunicación en este periodo se ha centrado demasiado en tranquilizar a la ciudadanía. Se han presentado las vacunas como seguras (y lo son), pero sin que se diera una definición exacta de seguridad, así como los instrumentos necesarios para entender qué significa esa seguridad desde el punto de vista numérico. No se ha hablado de riesgos y se ha difundido la idea de que vacunándose el virus habría desaparecido». En este contexto, bastan pocos eventos adversos para que la noticia salte a la palestra y mine la credibilidad de los protocolos. De hecho, entre los argumentos expresados en las manifestaciones para apoyar las propias dudas, los manifestantes citaban precisamente los casos nefastos que se han producido tras la vacunación o la recuperación de personas infectadas en Reino Unido. Señal que, por lo menos entre los presentes, no se había producido una comunicación eficaz sobre el funcionamiento, la eficacia y los riesgos reales de la vacunación.

Por otro lado, sería también un error pretender que todos y todas sigan razonamientos racionales y probabilísticos, o que se puedan reducir los miedos de quien teme que ese caso de evento adverso entre un millón pueda pasarle precisamente a él o ella. Más aún, en este tipo de contexto, enfoques semejantes suelen acentuar la polarización. No es una casualidad que entre los personajes más citados en las manifestaciones se encontraran Mario Draghi y Roberto Burioni [éste último, virólogo famoso por su gran actividad en las redes sociales y un estilo de comunicación notablemente arrogante, N. del T.]. El primero, por haber definido «elección de muerte» el no vacunarse, y el segundo por haber definido «ratones» a los antivacunas. Frases que, en una economía del diálogo, pueden convertirse fácilmente en más que contraproducentes, no tanto con los antivacunas más convencidos como con el público de dudosos de la vacunación.

Más allá del debate científico
Existen además aspectos más políticos ligados a la oposición al pasaporte COVID. Como observa Ovadia, asistimos a «un despliegue transversal, que va desde posiciones de extrema derecha a ideologías más libertarias. Un escenario inédito». Y, señala Sturloni, «cuando el debate se desplaza hacia un plano político, el consenso científico tiene un valor limitado. En mi opinión, por este motivo, entre otros, muchos médicos han decidido adherir a este tipo de iniciativas». Por otro lado, las manifestaciones han demostrado ser muy sensibles a la ambigüedad y las contradicciones presentes en la normativa. Por ejemplo, una camarera presente en la manifestación de Udine señala la paradoja de exigir el pasaporte COVID para sentarse en mesa pero no para consumir en barra. «Son las consecuencias de una solución normativa de compromiso», comenta Ovadia, «que no puede sino crear desconfianza en las personas». Respecto a la retórica, muy presente, de una ley discriminatoria hacia quienes aún no se han vacunado, según Sturloni, «habría que hacer gratuitos los test para obtener el pasaporte COVID».

Riesgos y perspectivas de la campaña de vacunación
Mientras tanto, la campaña de vacunación prosigue, hasta ahora con buenos números a pesar de las protestas. «No creo que las oposiciones que se ven en estos días puedan minar el resultado de la campaña», dice tranquilamente Sturloni. Ovadia expresa más dudas: «Las oposiciones son en parte fisiológicas, pero en este momento en particular hace falta una adhesión altísima al plan de vacunación. El temor a que estas manifestaciones puedan influenciar al público de dudosos existe. Dudosos a los que resulta importantísimo interceptar y con los que es necesario comunicarse», prosigue Ovadia. «Un buen ejemplo es, en ese sentido, la ASL [Empresa Sanitaria Local, por sus siglas en italiano, N. del T.] número 1 de Nápoles», que ha llamado por teléfono directamente a las personas que han pedido cita para vacunarse y luego no se han presentado. Poniéndose en contacto directo con ellas han podido escuchar sus dudas y disiparlas. El primer intento convenció a 750 personas a presentarse a la cita. Un ejemplo de lo importante que es, en estos casos, actuar a nivel local, instaurando relaciones con las personas en lugar de luchar contra ellas.

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