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En Italia se quiere construir una autopista sobre el último río salvaje de los Alpes

de Ilaria Cagnacci

Desde hace años, distintos grupos ciudadanos luchan por la conservación de unos de los últimos ríos salvajes de Europa, el Tagliamento, situado en la región del Friuli-Venecia Julia, en el extremo nororiental del país transalpino. Se trata de un ecosistema único en el panorama europeo, superviviente, por ahora, a la tendencia moderna a convertir los ríos en canales (con los peligros a la biodiversidad y la seguridad de la población local que esto conlleva). Ahora, la administración regional pretende invertir recursos de los Fondos de Recuperación europeos en la construcción de una nueva autopista de conexión que, según las asociaciones y comités en defensa del río, amenazaría gravemente este valiosísimo ecosistema.

de Ilaria Cagnacci
Publicado en italiano en Frontiere el 13 de junio de 2021
Traducción inédita

Por el Friuli-Venecia Julia corren las aguas de uno de los últimos ríos salvajes y libres de Europa, el Tagliamento. Desde el Passo della Mauria, a 1195 metros de altura, hasta el Golfo de Venecia, el río corre sinuoso sobre un amplio lecho de gravilla, regalándonos, durante su viaje, impresionantes paisajes que a lo largo de la historia han inspirado a artistas y escritores.

Resulta importante hablar hoy del Tagliamento, ya que este sistema fluvial constituye un recurso inestimable con un grado de naturalidad único en Europa. Mientras que la mayor parte de los grandes ríos alpinos han sido desviados, de una forma u otra, por parte de los seres humanos, el Tagliamento resiste como único río de la región alpina que conserva aún su dinámica natural y la complejidad morfológica que caracteriza este tipo de ecosistemas.

Sistemas fluviales como el del Tagliamento cumplen funciones ecológicas fundamentales, como servir de vías de vuelo para aves migratorias y conformar un hábitat crítico para multitud de especies, tanto animales como vegetales. El río salvaje es además fuente de sustentamiento para las comunidades humanas que lo rodean y testigo de la historia, cultura y arte friulanas, además de alojar numerosísimos monumentos conmemorativos ligados a la Primera Guerra Mundial.

Los estudios sobre los «secretos» del Tagliamento
Dada la gravedad de los desbordamientos de ríos en toda Europa (influenciados por los cambios climáticos) y gracias a una renovada conciencia sobre el hecho que los ríos «enjaulados» necesitan recuperar su espacio vital y ser renaturalizados [como se consiguió hacer en el río Manzanares de Madrid tras años de lucha, N. del T.], el Tagliamento en los últimos años ha sido objeto de crecientes atenciones por parte del mundo académico, sobre todo fuera de las fronteras italianas, por ser un modelo sobre el que estudiar el comportamiento de los ríos naturales. Más allá del interés científico que ha resultado en la publicación de numerosos estudios y en un workshop anual organizado por la Universidad de Ciencias Aplicadas de Erfurt, el mundo académico ha sido protagonista, en diversas ocasiones, de movilizaciones por la protección del río.

«En los años 90 –cuando se presentó un proyecto para construir tres diques de contención– fue el mundo académico, principalmente austriaco, junto con la WWF de Austria, quien impulsó una de las primeras movilizaciones contra lo que ya en aquel momento se veía como una amenaza al último río alpino no sometido», explica Stefania Garlatti-Costa, presidenta del comité «Assieme Resistiamo Contro l’Autrostada» (ARCA) [«Resistamos Juntos Contra La Autopista»].

Las amenazas al río
Actualmente, sobre el Tagliamento planean dos proyectos que, de llegar a realizarse, impactarían de forma irreversible sobre el curso del río y su biodiversidad. El primero, ideado por el Laboratorio Tagliamento (instituido por la Región en 2010) pretende construir una presa móvil y ha sido fuertemente criticado por parte de la ciudadanía local (y no solo).

«En el curso medio del río, esta presa tendrá un impacto enorme, y la obra prevé además estructuras de contención de varios kilómetros de longitud. El auténtico problema es que para resolver un problema en el curso bajo del río, donde éste ha sido ya desnaturalizado construyendo casas y carreteras en sus mismas orillas, se ha pensado que es necesario alterar el río en su curso alto. Además, no existen aún certezas de que este tipo de solución sea realmente eficaz, ya que resulta difícil prever como se podrá comportar un río tras la alteración de su curso», advierte Garlatti. «El proyecto de la presa, además, ha sido diseñado exclusivamente por ingenieros hidráulicos, dejando fuera toda una serie de competencias muy importantes. Y la posición de quienes estudian ecología fluvial es claramente contraria a este proyecto. Están tratando al Tagliamento como si fuera un canal».

La segunda amenaza a la que se enfrenta el río la representa el proyecto, aún en fase de estudio de viabilidad y de momento parado por la pandemia, para construir una autopista. Inicialmente, el proyecto, propuesto a principios de los 2000, preveía la construcción de un pequeño tramo de autovía. Hoy, el plan se ha convertido en la construcción de una autopista de conexión. Precisamente contra este proyecto nació el comité ARCA. «Si el tramo de autovía se podía vender a la población como una mejora en la conexión de una área relativamente aislada, cuando el proyecto se transformó en una autopista de conexión, la percepción de que la lucha era necesaria aumentó. Éramos unas sesenta personas que se reunían regularmente, iniciamos una gran batalla partiendo de un trabajo de información y de estudio de los documentos. Estudiamos el proyecto al completo y su plan económico».

El comité nació en Folgaria del Friuli, uno de los lugares más afectados por el terremoto de 1976 [que provocó casi mil muertos, cientos de miles de personas desplazadas y gravísimos daños materiales en toda la Región, N. del T.]. «Mis primos y yo, junto con otras personas del pueblo, organizamos un comité contra esa obra y llevamos a cabo un trabajo de sensibilización sobre este proyecto para informar a la ciudadanía del resto de pueblos implicados».

Un uso alternativo de los fondos europeos
«Tenemos una gran oportunidad y ahora debemos aprovecharla. Si no es ahora, ¿cuándo?», comentaba la semana pasada el Consejero de Infraestructuras y Territorio del Friuli-Venecia Julia, Graziano Pizzimenti, en referencia al uso de los Fondos de Recuperación europeos para la transformación de la actual carretera que va de Cimpello a Sequals en una autopista (una construcción cuyos costes estimados son de 2.000 millones de euros). La ONG italiana Legambiente, que el pasado agosto organizó una protesta junto con Fridays for Future, ha lanzado varias propuestas para usos alternativos del Fondo de Recuperación y del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia respecto al Tagliamento. Entre otras, han propuesto proyectos de intervención basados en políticas de reparación y cuidado del territorio, con atención al desequilibrio hidrogeológico y la revitalización fluvial de tramos del curso alto del río, que hoy día están gravemente amenazados.

En un comunicado, Legambiente ha reiterado la urgencia de «abandonar viejas lógicas que por desgracia persisten, proyectos dirigidos al pasado como la autopista Cimpello-Gemona, la construcción de pistas de esquí en zonas prácticamente de colinas, la hiperexplotación de los ríos o la organización de eventos pensados para ser masivos, que destruyen ecosistemas frágiles, como la llegada del Giro de Italia al Monte Lussari». Además, en Change.org se ha lanzado una petición para solicitar que el río sea declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO. Hasta ahora, se han acumulado casi 15.000 firmas.

Los ríos europeos están fragmentados por casi medio millón de barreras
En el actual escenario europeo, menos del 20% de los ríos y de los denominados «valles de inundación» (zonas adyacentes a los ríos que se inundan de forma natural en ciertos momentos del año) permanecen físicamente inalterados. Todos los demás se encuentran fragmentados y desconectados, como consecuencia de la construcción de cientos de miles de barreras artificiales. Según un reciente estudio realizado por el consorcio Adaptative management of barriers in European rivers (AMBER), en Europa hay más de medio millón de barreras que fragmentan nuestros ríos. La otra gran amenaza la representa un boom del sector hidroeléctrico. Según un estudio reciente, solo en Europa se cuentan hasta 30.172 instalaciones de este tipo, de las que 21.387 han sido ya construidas, 8.507 planificadas y 278 están en construcción. A pesar de que las presas hidroeléctricas son a todos los efectos una fuente de energía que permite reducir notablemente las emisiones de gas de efecto invernadero, las de tipo «mini», la tipología más difundida en Europa, ejercen una enorme presión sobre la biodiversidad que caracteriza los sistemas acuáticos, sobre todo considerando que en el 21% de los casos estas presas se construyen en áreas protegidas.

A nivel global, los datos disponibles nos dicen que casi el 90% de las zonas húmedas han sido destruidas a nivel global, subiendo así al primer puesto en la clasificación de los ecosistemas más amenazados del mundo. Como consecuencia inevitable, la biodiversidad de agua dulce está disminuyendo de forma drástica. Según el último Living Planet Index (publicado en 2020 por la WWF), las especies de agua dulce son las más amenazadas del mundo, habiendo sufrido una reducción del 83% solo en los últimos 50 años.

Por qué defender los ríos
Puede sonar inútil y facilón decir que el agua dulce es esencial para la supervivencia de la vida en la Tierra, pero por desgracia no es así. Nuestros ríos siguen muriendo. En los últimos años, se ha convertido en un consenso, al menos a nivel científico, que un río salvaje que inunda de vez en cuando sus orillas naturales, cumpliendo así la función fundamental de nutrir los hábitats que lo rodean, es mucho más seguro que un río canalizado, privado de su espacio vital. Y cuando hablamos de seguridad, no nos referimos únicamente a los peligros que se ciernen sobre la biodiversidad amenazada, sino también sobre las comunidades humanas atávicamente unidas a este tipo de ecosistemas.

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