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Non Una Di Meno [Ni Una Menos] lanza la huelga del 8 de marzo

de NonUnaDiMeno

Llamamiento a la huelga global feminista y transfeminista del movimiento Ni Una Menos en Italia (Non Una Di Meno).

de Non Una Di Meno
Publicado en italiano en el blog de Non Una di Meno el 23/02/2021
Traducción inédita

8 de marzo de 2021: huelga global feminista y transfeminista. ¡Esencial es nuestra huelga, esencial es nuestra lucha!

En los últimos años, hemos vivido la huelga feminista y transfeminista global como una manifestación de fuerza, un grito de quienes no aceptan ser víctimas de la violencia masculina y de género. Hemos llenado las plazas y las calles de todo el mundo con nuestros cuerpos y nuestro deseo de estar vivas y ser libres, hemos desafiado las dificultades de hacer huelga consecuencia de la precariedad, el aislamiento, el racismo institucional, hemos demostrado que no existe producción de riqueza sin nuestro trabajo cotidiano de cuidados y reproducción de la vida, hemos afirmado que ya no estamos dispuestas a sufrirlo en condiciones de explotación y opresión.

A un año de la explosión de la crisis sanitaria, la pandemia lo ha trastornado todo, también nuestro movimiento y nuestra lucha, haciéndolos aún más necesarios y urgentes. El pasado 8 de marzo, tuvimos que enfrentarnos al primer confinamiento y decidimos no ocupar masivamente las calles como los años anteriores, por la salud y la seguridad de todas. Y precisamente por la conciencia y la imaginación que hemos desarrollado en estos meses de pandemia, en los que hemos empezado a repensar las prácticas de lucha frente a la necesidad del cuidado colectivo, sentimos la necesidad de construir para el próximo 8 de marzo una nueva huelga feminista y transfeminista, de la producción, de la reproducción, del consumo y de los géneros. No podemos permitirnos nada distinto. El próximo 8 de marzo habrá huelga feminista y transfeminista, de la producción, de la reproducción, del consumo y de los géneros.

Hemos de generar una ocasión para darles voz a quienes están viviendo en sus propias carnes los violentísimos efectos sociales de la pandemia, y para reafirmarnos en nuestro programa de lucha contra los planes de reconstrucción que confirman la organización patriarcal de la sociedad, contra la cual desde hace años combatimos juntas en todo el mundo. No necesitamos explicar la urgencia de esta lucha. Las muchísimas mujeres que han sido obligadas a despedirse porque no podían trabajar y, al mismo tiempo, han seguido cuidando de sus familias, saben que no hay más tiempo que perder. Lo saben las miles de trabajadoras que han tenido que trabajar el doble para “sanificar” hospitales y fábricas a cambio de sueldos bajísimos y en la indiferencia total hacia sus condiciones de salud y seguridad. Lo saben todas las mujeres y personas LGBT*QUIAP+ que han sido segregadas dentro de sus casas, en las que cristaliza la violencia de maridos, padres y hermanos. Lo saben aquella que han combatido para que los centros antiviolencia y los consultorios, los servicios para la IVE, las maternidades, las salas de partos, siguiesen funcionando a pesar de la falta estructural de personal y de financiamientos públicos, que ha sido agravada por la crisis.

Lo saben las migrantes, aquellas que trabajan en casas ajenas y que al principio de la pandemia vieron como se les negaba cualquier tipo de ayuda económica, o aquellas que han sido obligadas a aceptar los nuevos turnos imposibles del trabajo pandémico para no perder el permiso de residencia. Lo saben las profesoras, transformadas en trabajadoras temporales, obligadas a hacer saltos mortales para garantizar la continuidad de la enseñanza mientras, en muchos casos, han tenido que acompañar a sus hijos e hijas con sus clases online. Lo saben ləs estudiantes, que han sido completamente abandonadəs por las instituciones escolares, ya carentes en materia de educación sexual, sobre el placer, la diversidad y el consentimiento, con un vertiginoso aumento de la violencia entre las más jóvenes como fondo. Lo saben las personas trans*, que han perdido el trabajo y a las que les cuesta aún más encontrarlo porque su disidencia es castigada en el mercado. Lo saben ləs sex workers, invisibilizadəs y estigmatizadəs, sin ningún tipo de tutela, ni sindicalización, que han tenido que enfrentarse soləs a la pandemia y los confinamientos.

A todəs elləs, a quienes en estos meses, a pesar de las dificultades, han luchado y hecho huelga, les dirigimos esta llamada: ¡el 8 de marzo vamos a la huelga! Necesitamos mantener alto el desafío transnacional de la huelga feminista y transfeminista,porque los planes de reconstrucción postpandémica son planes patriarcales.

Frente a la asignación de recursos económicos para la reactivación, el Plan de Recuperación no rompe la disciplina de la austeridad sobre las vidas y los cuerpos de las mujeres y de las personas LGBT*QIAP+. Por un lado, se habla de políticas activas para la inclusión de las mujeres al trabajo y de «políticas de conciliación», dando por sentado que quienes deben conciliar dos trabajos, el de dentro y el de fuera de casa, son las mujeres. Por otro lado, no son las mujeres, sino la familia –la misma donde cristaliza la mayor parte de la violencia masculina, la misma que impide la libre expresión de las subjetividades disidentes– el sujeto destinatario de los fondos sociales previstos en el Family Act [ley sobre políticas familiares aprobada en febrero de 2020, N. de la T.]. Y de estos fondos se ven totalmente excluidas las migrantes, confirmando y manteniendo firmes las jerarquías racistas que permiten explotarlas duramente en todo tipo de servicios.  Del mismo modo, las inversiones en salud y sanidad acabarán por basarse en formas inaceptables de explotación racista y patriarcal. Y luego miles de millones de euros se destinan a una reconversión verde de la economía, que tiene como único objetivo los beneficios económicos, y que planifica modalidades actualizadas de explotación y destrucción de los cuerpos, los ecosistemas y la Tierra.

Poco o nada se dice sobre las medidas contra la violencia masculina y de género, a pesar de su aumento exponencial durante la pandemia, mientras que la «renta de libertad» [subsidio para mujeres víctimas de violencia, N. de la T.] es una respuesta totalmente insuficiente a nuestra reivindicación de autodeterminación contra la violencia, aunque es cierto que demuestra que nuestra fuerza ya no puede ser ignorada. Este 8 de marzo no será fácil, pero es necesario. La huelga feminista y transfeminista no es solo una forma tradicional de interrupción del trabajo, sino un proceso de lucha que atraviesa las fronteras entre lugares de trabajo y sociedad, entra en las casas, invade todos los espacios en los que queremos expresar nuestro rechazo a sufrir violencia y ser oprimidəs y explotadəs. Desde siempre, ésta ha sido nuestra fuerza y hoy lo creemos más que nunca, porque todas las mujeres que resisten, sobreviven, todas las subjetividades disidentes que se rebelan, todas las migrantes que se reafirman en su libertad, forman parte de nuestra huelga.

Los pasados 30 y 31 de enero tuvimos una primera reunión para organizar el 8 de marzo, durante la cual nos encontramos en grupos divididos por temáticas, para construir las primeras fases de la huelga feministas, y el 6 de febrero, en nuestra Asamblea, discutimos colectivamente y decidimos cuáles son nuestros terrenos de lucha en el contexto de la reconstrucción pandémica.

Precisamente en estos tiempos, en los que nuestro trabajo, dentro y fuera de casa, ha sido definido como «esencial», y que esto nos ha obligado a sufrir niveles de explotación, aislamiento y constricción sin precedente, decimos que: «¡Esencial es nuestra huelga, esencial es nuestra lucha!»

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