de Tetrabondi
Publicado en italiano en el blog Tetrabondi el 02/12/2020
Traducción inédita
El 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad y todo el mundo parece obsesionado con querer contar historias de desesperación, esperanza y perseverancia. Nadie nos pregunta acerca de la vida, los deseos, los proyectos, las alegrías o las batallas. Como si la vida de una persona con discapacidad fuese simplemente una demanda de cuidados y asistencia, en lugar de una demanda y una necesidad de disfrutar de una ciudadanía plena, con todos sus derechos, de la construcción de proyectos de libertad, de autonomía y de conquista de los propios deseos. Es como cuando hace una foto, pero está desenfocada.
Repensar y reescribir el concepto de discapacidad conlleva una auténtica revolución cultural.
Una subversión necesaria de prospectiva en la que hemos de abandonar el pensamiento de que la discapacidad es solo fragilidad, asistencia y cuidados; quitarle al mundo de las personas con discapacidad ese aurea innatural donde parecen existir únicamente protección, silencio y protección. Para quienes se topan con la discapacidad desde el nacimiento, o desde poco después, discapacidad significa crecer y hacerse adulto sin tener nunca una perspectiva de poder serlo, sometidos a una continua infantilización en la que jamás se es protagonista. Lo que queremos no es solo que nos acaricien, compadezcan y protejan; queremos estar al mismo nivel que el resto de las personas, queremos disfrutar de nuestros derechos, satisfacer nuestras necesidades, queremos hacernos adultos y, por tanto, cambiar como todos los demás nuestras perspectivas, nuestro trabajo cotidiano, nuestras aspiraciones y afectos, queremos divertirnos, queremos sentir el viento en la cara.
Una sociedad accesible no es aquella que nos monta una rampa para acceder a un lugar en el que no se nos permite hacer nada, en el que no podemos interactuar y en el que no se nos dan los instrumentos necesarios para entenderlo, disfrutarlo y formar parte de él activamente. Una sociedad accesible es aquella donde también las persona con discapacidad podemos elegir quiénes ser y en qué convertirnos. Cambiar el paradigma con el que enfrentamos la discapacidad, modelar el mundo en función a necesidades específicas: permitirnos aspirar a la libertad, a la felicidad, a la vida adulta y a la autodeterminación.
Por eso resulta inútil llenarse la boca con estos días mundiales si no se entiende la grande revolución que hemos de llevar a cabo, si no se sale de la retórica compasiva.
Por eso necesitamos la ayuda de todos y todas, por eso es necesario cambiar la perspectiva con la que se mira a la persona con discapacidad, a la rehabilitación, al “después de nosotros” del que tanto se llenan la boca muchas personas. Construir comunidad, construir colectividad, aligerar el peso de las familias que enfrentan esta vida: ésa es la única inclusión capaz de permitir el pleno disfrute de los propios derechos. Que son de todos, eh, también de aquellas personas a las que no les es fácil expresarlo, o de las que lo hacen a su manera, o de las que directamente no lo hacen.
Una sociedad que permita a todas las personas estar dentro de ella, independientemente de su condición y no cuando su condición lo permita. Que sepa crear las herramientas y los proyectos adecuados para que eso ocurra.