de Colectivo Tilt
Publicado en italiano en Sulla Breccia el 23/03/2020
Traducción inédita
La epidemia de Coronavirus, entre otras muchas cosas, nos da la temperatura de ciertas cuestiones sociales en nuestro país. El contagio biológico ha sido solo el terreno —devastador— sobre el que se cultivado el virus social. Nos dicen que estamos en guerra contra un enemigo invisible. En realidad, existen varios enemigos que, sin algún pudor, se están mostrando tal y como son.
Porque, mientras se iniciaba la caza de brujas contras los runners solitarios, había quienes se veían obligados —día tras día— a ir a trabajar. Es el caso de las personas que operan en sectores esenciales (sanidad, logística, transportes, grande distribución, servicios de limpieza, etc.), pero también de muchos obreros, obreras, empleados y empleadas forzados a trabajar en sectores secundarios no indispensables. ¿Cómo y quién los ha tutelado? Tras establecer las primeras “zonas rojas” en las localidades de Lodi [en Lombardía] y Vò Euganeo [en Véneto], el gobierno extendió progresivamente las restricciones a todo el país, pero sin imponer el freno a las actividades productivas, ni siquiera en las provincias más afectadas por la epidemia como Bérgamo y Brescia [ambas en Lombardía]. Mientras tanto, llegaba la noticia de la muerte de dos empleados de Correos en la provincia de Bérgamo, y señales aún más alarmantes sobre el personal sanitario: según los datos del Instituto Superior de Sanidad, más del 9% de los casos totales de COVID-19 en Italia son personal médico, el cual se encuentra, desde el principio de la epidemia, insuficientemente protegido por «falta de recursos».
La tutela del trabajo, proclamada a los cuatro vientos, era en realidad una trampa para ratones. La guerra era sobre todo una guerra de clase, en la que emergían intereses muy concretos —consolidados desde hace tiempo por las dinámicas neoliberales—, con un ataque deliberado a las proletarias de este país. ¿Terminología antigua? Quizás, pero por lo menos capaz de representar la dureza del enfrentamiento que se está produciendo. La masacre que se está perpetrando tiene responsables concretos; para no olvidarlo, intentamos realizar aquí una crónica de esta guerra. Porque por lo menos una cosa cierta la han dicho: estamos en guerra. En un lado del frente se encuentran las trabajadoras y trabajadores enviados al matadero; en el otro, intereses muy concretos. Los intereses de la clase empresarial que, como nunca antes había hecho —hasta donde alcanza nuestra memoria—, se está mostrando tal y como es: especuladora, depredadora y miserable.
Intentamos reconstruir, a través de la crónica y de las declaraciones de los últimos días, cuáles han sido las prioridades de una parte de este país, mientras que otra parte estaba ya en aislamiento social desde hacía semanas.
Hablemos de Confindustria [Confederación General de la Industria Italiana]. Hipótesis: masacre.
Según sus propias fuentes oficiales, «ya desde las primeras señales de alarma de la emergencia por el Coronavirus en China, teniendo en cuenta las dimensiones del impacto de la situación sanitaria sobre la actividad económica, Confindustria formó una task force [grupo de trabajo] interna, implicando a los responsables de las áreas de competencia en todas las temáticas objeto de interés». ¿Para hacer qué?, nos preguntamos. Para hacer un lobby que presione y dirija las decisiones políticas de lucha contra el contagio: «la task force, punto de unión entre Confindustria y los actores institucionales, responde de manera puntual y eficiente a las exigencias del Sistema asociativo» [1].
Desde las instituciones locales se han producido distintas reacciones, también en las provincias lombardas más afectadas por la epidemia, con focos fuera de control [2]. El 28 de febrero, por ejemplo, la sección de Confindustria de Bérgamo [una de las provincias más industrializadas de Europa, N. del T.] intenta transmitir seguridad a sus socios extranjeros con un vídeo titulado: “Bussiness in Bergamo is running” [3]. El riesgo es mínimo, dicen, y se han tomado todas las precauciones necesarias. No por nada, el 27 de febrero se había publicado un documento conjunto del megacártel corporativo formado por ABI [Asociación Bancaria Italiana], Coldiretti [Confederación Nacional de Agricultores Directos], Confragricoltura [Confederación General de la Agricultura Italiana], Confapi [Confederación Italiana de la Pequeña y Mediana Industria], Legacoop [Liga Nacional de Cooperativas y Mutuas], Rete Imprese Italia [Red de Empresas Italia], CGIL, CISL y UIL [los tres sindicatos más grandes del país, N. del T.]. Todos juntos declaraban así, apasionadamente, que «tras los primeros días de emergencia, en este momento es importante evaluar serenamente la situación, para proceder a una rápida normalización, permitiendo que se retomen todas las actividades actualmente bloqueadas» [4].
El imperativo era y es solo uno: normalizar. Los negocios deben seguir. Pero sigue también, incesante, la epidemia. El riesgo aumenta. A estas alturas resulta ya evidente que los focos locales en algunas provincias lombardas crecen exponencialmente. «En muchos casos, la enfermedad empeora tan rápido que incluso cuando los síntomas se vuelven muy graves, a menudo no hay tiempo suficiente para transportar al paciente [al hospital]. Así, un número no cuantificado de personas muere en casa o en los asilos, a menudo sin ser contabilizadas en las estadísticas oficiales. […] En Bérgamo, el número de muertos es tan alto que en el único horno crematorio de la ciudad no consiguen gestionar el número de cuerpos que les llegan cada día» [5]
Una a una, algunas fábricas empiezan a cerrar. «Los cierres los han impuesto las protestas, el aumento del absentismo y el desplome de los pedidos», cuenta Eliana Como, del sindicato FIOM-CGIL, que en Bérgamo y desde finales de febrero pide el cierre total de la producción no necesaria.
El 14 de marzo se alcanza un acuerdo entre algunas patronales (Confindustria y Confapi) y los grandes sindicatos (CGIL, CISL y UIL), relativo a las medidas de contención de la difusión del COVID-19 en los ambientes de trabajo. «Un protocolo formado por trece puntos […]: información general, modalidad de entrada en la empresa, modalidad de acceso de los proveedores externos, limpieza y saneamiento en la empresa, precauciones higiénicas personales, dispositivos de protección individual, gestión de los espacios comunes (comedores, vestuarios, áreas de fumadores, máquinas expendedoras), organización empresarial (turnos, viajes, teletrabajo), gestión de los horarios de trabajo, remodelación de los ritmos productivos, gestión de la entrada y salida de empleados, desplazamientos internos, reuniones, eventos informativos y formación, gestión de personas sintomáticas dentro de la empresa, vigilancia sanitaria, médicos de trabajo, responsables de la seguridad y actualización del protocolo de reglamentación» [6]
Más o menos todos se apresuran a decir que la salud es la prioridad. Pero la producción, por ahora, no se para. Ya desde la semana del 9 de marzo crecen las protestas, nacen huelgas espontáneas, Confindustria se encuentra prácticamente aislada en su pretensión de continuar sus negocios. El 10 de marzo, los obreros de la fábrica FIAT de Pomigliano [en la periferia de Nápoles, N. del T.] organizan espontáneamente una huelga, abandonando las líneas de producción por no considerar suficientes las precauciones adoptadas [7]. Y son muchas las actividades y los servicios aún en funcionamiento donde no se pone a los empleados y empleadas en condiciones de trabajar en seguridad, donde no se les garantizan las adecuadas medidas de protección [8]. Quién sabe en qué lugares de trabajo estaba pensando el presidente de Confindustria Giovane [Confindustria Joven] cuando definía como «irresponsables» las huelgas espontáneas de aquel día [9].
Algunos han intentado leer los focos epidémicos en el país en relación con las actividades productivas aún operativas. Se trata de un tema complejo, sin datos fiables que permitan analizarlo, pero que identifica una cuestión real que muchos fingen ignorar. Mientras el país está parado, con los colegios cerrados desde hace casi un mes (en algunas regiones del Norte) y las limitaciones a las libertades personales en vigor desde el 10 de marzo (con el conocido decreto “Yo me quedo en casa”, que extiende las restricciones ya previstas en el Norte a todo el país), solo las actividades productivas, junto a aquellas comerciales de interés común, permanecen activas. La prensa y las redes sociales, por su lado, realizan una campaña cada vez más agresiva contra quienes pasean o van a correr.
Mientras parece que algunos representantes de Confindustria a nivel provincial y regional se han convencido ya de la inevitabilidad del cierre, y mientras el escenario de muerte y colapso sanitario generalizado está a la vista de todo el mundo, por todo el país se realizan declaraciones de responsabilidad: «Seguir con la actividad [productiva] durante la epidemia de Coronavirus no es un capricho o un acto de inconsciencia. No lo es en Prato [provincia toscana, N. del T.] y tampoco lo es en otras zonas del país. Existe un significado profundo tanto a nivel económico como a nivel cívico en el hecho de intentar continuar con nuestras actividades». La que habla es la Confindustria Toscana, el 19 de marzo [10].
La patronal industrial, no obstante, no está satisfecha. El 20 de marzo publica un documento titulado: “Afrontemos la emergencia para la tutela del trabajo – Propuestas para una reacción inmediata” [11].
Remarcable la expresión “por la tutela del trabajo”. Las estadísticas en estos días, independientemente de las modalidades de contención, son despiadadas (y probablemente subestiman la realidad [12]): aumentan las muertes, aumentan los ingresos en los hospitales y las unidades de cuidados intensivos de algunas regiones están ya saturadas. En Lombardía, la locomotora italiana, la masacre es real. La clase patronal —porque de lo que estamos hablando es de responsabilidad de clase en la difusión de esta epidemia—, no contenta aún, insiste. Podrían irse de cuarentena a sus chalés de lujo, aceptar los daños generados y hacerse a un lado. Pero no, han de mandar, han de sugerir, han de dirigir.
El documento publicado por Confindustria es, en pocas palabras, una petición de dinero público, para activar «un ingente flujo de liquidez a través de garantías y financiaciones que permitan diluir en el largo plazo el impacto de la crisis sin recargar excesivamente la deuda pública estatal». Es decir, que primero favorecen una masacre y luego piden dinero para tutelar el trabajo, es decir, sus propios beneficios. Ni una sola medida incluida en el documento habla de trabajadores, salarios o seguridad laboral, excepto la siguiente: «[se prevé] la concesión, sin obligaciones documentales, del pago directo por parte del INPS [Seguridad Social italiana, N. del T.] a través del seguro de desempleo COVID-19, de las integraciones salariales para las empresas que realicen reducciones o suspensiones del horario con intervención». «Sin obligaciones documentales», es decir, que pague el Estado sin necesidad de justificación alguna.
Pero el ápice se alcanza con la petición de instituir un «Comité Nacional para la Tutela del Trabajo, que se convierta en un lugar permanente de relación política y económica, y que intervenga con inmediatez identificando las acciones, las soluciones y los recursos, de caso en caso, necesarios para afrontar la emergencia durante toda su evolución». ¿Formado por quién? Por gobierno, empresas y bancos [13]. Para la tutela del trabajo. Se trata de un tic que se les escapa continuamente: para hablar de empresas y beneficios utilizan el eufemismo de «la tutela del trabajo». Lo hace también la patronal española (CEOE), por limitarse a solo un ejemplo más: «mantener la actividad protegiendo el empleo» [14].
No hay declaración pública en la que no se cubran las espaldas usando esa terminología. Proteger el empleo, tutelar el trabajo.
Se trata de una retórica típicamente neoliberal. No haces una empresa para obtener beneficios, sino para crear puestos de trabajo, como piadosa concesión a la sociedad, sin admitir que en realidad necesitas a esos trabajadores precisamente para obtener tus beneficios. Esa papilla que nos han dado de comer durante años choca de bruces con la realidad actual. Evidentemente, los beneficios eran y son la motivación primordial para la creación de una empresa, tanto así que algunos están dispuestos a sacrificar a los trabajadores y trabajadoras para asegurárselos, incluso en situaciones epidémicas fuera de control.
El 21 de marzo el periódico La Stampa publica una entrevista con Vincenzo Boccia, presidente de Confindustria [15]: «¿Se esperaba la violencia con la que el coronavirus ha golpeado Bérgamo?», le preguntan. «Dicen que las empresas no han cerrado, entre otras cosas, por la presión que nosotros hemos ejercido. No nos esperábamos una epidemia de estas magnitudes. Pero nosotros no somos virólogos, no es nuestra profesión. ¿Hemos subestimado la situación? Puede ser. Pero los problemas ahora creo que son otros.»
Y sigue:
D: «¿Qué diría si el gobierno decidiera parar la actividad de las empresas en algunas zonas del país?»
R: «No nos toca a nosotros tomar ese tipo de decisiones [¿cómo que no, y la presión de la que hablábamos antes?] Eso les toca a los expertos de la sanidad y de la política. Lombardía es el corazón pulsante de la economía italiana. Si hasta ahora las empresas han permanecido abiertas, ha sido para evitar que [Italia] se quedase fuera de cadenas de suministro importantísimas dentro de la manufactura mundial. Ahora hemos entrado en una fase totalmente nueva: la emergencia es continental.»
D: «¿Entonces si será necesario parar la actividad de las empresas ustedes no dirán nada? ¿Será así?»
R: «Los empresarios son los primeros que están preocupados. Para nosotros lo más sencillo en este momento sería cerrar todas las naves sin asumir ninguna responsabilidad, ni penal ni en lo que respecta al país. Para nosotros es importante mirar adelante. Si el gobierno tiene que parar todo en algunas zonas del país, que lo haga. No nos toca a nosotros tomar la decisión. Pero que una cosa quede clara: estamos combatiendo una guerra, y para no encontrarnos solo con ruinas al final es necesario tomar cartas en el asunto ahora». Rezuman victimismo, omertà y oportunismo, mientras se ponen en un pedestal por su sentido de responsabilidad y pasan la patata caliente a otros. Un resumen de cómo es la clase empresarial del belpaese. Justifican las presiones diciendo que no podían saber lo que iba a pasar, pero se les escapa decir que lo han hecho solo por intereses en las cadenas de suministro (ésas que han acabado siendo bloqueadas aun así), e invitan ahora a mirar adelante y a no concentrarse en la masacre perpetrada, para finalmente mostrar su sentido de responsabilidad ante el país. ¿Qué responsabilidad? ¡La de mantener la producción, obviamente! Las ruinas de las que hablan no son las de la sanidad pública, sino las de su sistema productivo.
En un artículo publicado en la misma edición de La Stampa del 21 de marzo, se recuerda que desde el día 16 (las medidas de aislamiento se implementaron el 10 de marzo) «en Lombardía han cerrado ya Brembo, Gefran, Beretta, Alfa aceros, Lonati, Lucchini, Riva acero y la Acería Feralps, por citar solo las empresas más grandes». En Bérgamo habían cerrado ya el 65% de las empresas, lo que significa que el 35% continuaba su actividad.
«Pero cerrar no es fácil si eres Mario Gualco, empresario del sector de la mecánica de precisión, cuyos tornillos acaban incluso en trenes de Estados Unidos, con 10 empleados, de los cuales 6 están en servicio en Erba, en la provincia de Como, y una facturación de un millón al año: “Que se enfaden primero con quienes salen a la calle a divertirse. Son ellos el auténtico peligro. Podemos cerrar durante quince días, pero entonces resultará necesaria una intervención del crédito estatal y a nivel de impuestos. Según mis cálculos, en los próximos dos o tres meses habré perdido el 30% de la facturación. No duermo por la noche”».
He aquí los pequeños propietarios de provincias: primero amenazan, luego se enfadan con “quienes salen a la calle a divertirse” y al final piden dinero.
«O si te llamas Paolo Catalfamo, propietario de una pequeña fábrica de puertas y ventanas a 10 km de Orzinuovi, localidad de la provincia de Brescia con 12.000 habitantes y 35 muertos por Coronavirus en solo dos semanas. La empresa ha dejado a 8 obreros en casa desde el miércoles pasado: “Espero poder reabrir pronto. Tenemos ya pedidos de los que ocuparnos. Facturo un millón al año, del cual el 50% con el extranjero”».
Encontramos maravillosos ejemplos por todas partes: «Lo dice Marco Bonometti, de 65 años, presidente de los Talleres Mecánicos Rezzatesi, en la provincia de Brescia, y presidente también de Confindustria Lombardía: “La verdad es que las empresas que podían cerrar lo han hecho ya. Ahora ya no se trata de un problema regional o nacional, sino europeo. Están cerrando los grupos internacionales, así que se hace necesaria una conciencia más amplia de la cuestión y toda Europa debe pararse”» [16].
Resultaba impensable dejar de producir tornillos y puertas. Porque existía una necesidad innegable: mantener la competitividad a nivel europeo. Ahora dicen «cerramos todos, estamos en igualdad de condiciones», tras haber seguido un plan preciso: mantener en pie la producción hasta que otros países dejen de hacerlo (y no les lleguen materias primas o pedidos desde el extranjero). Han sopesado el número de muertes respecto a sus posibles ganancias, pasando así por encima de trabajadoras y trabajadores —que son, como nunca antes, proletarios/as— e intentando ganar hasta el último minuto útil. Hay incluso quienes sigue tirando de la cuerda de la vergüenza, no satisfechos de lo que han conseguido meter en la caja fuerte en estas semanas.
¡Estamos en guerra! Lo dice, en realidad, también Confindustria.
Mientras tanto, se multiplican las huelgas en la provincia de Brescia, «por la falta de mascarillas, guantes, gel desinfectante y porque no se garantiza a los trabajadores la distancia de seguridad» (¡y hablamos de fábricas de fundición de acero!).
«Andrea Donegà del sindicato FIM-CISL [Federación Italiana de Metalmecánicos] cuenta lo que ya saben todos: “Los empresarios dicen que a falta de una prohibición específica seguirán produciendo”» [17]. Mientras tanto, en Udine [ciudad de la región del Friuli-Venecia Julia] sigue activo el grupo Danieli (multinacional con sede en la localidad de Buttrio, líder en la producción mundial de instalaciones siderúrgicas, con 11.000 empleados en todo el mundo, de los cuales un 40% en la provincia de Udine, en diversas empresas controladas por la matriz). El 18 de marzo, un empleado de Danieli Automation (con sede en la misma Buttrio) resulta positivo al Coronavirus y está en casa desde el 13 de marzo. «El Grupo tiene en vigor desde hace dos semanas una serie de medidas para reducir el riesgo de contagio. En Danieli Automation, una sociedad especializada en automatización, informatización y control de los procesos siderúrgicos, que cuenta con alrededor de 400 empleados, alrededor del 65% de los trabajadores está operativo a través del smart working y, por tanto, trabaja desde casa; el 18% [es decir, más de 70 personas] está presente en la fábrica y el resto están de vacaciones. Esto ha permitido distanciar los puestos de trabajo para garantizar la distancia de seguridad», escribe el periódico local Il Messaggero Veneto [18].
A 30 de junio de 2018, la facturación de Danieli había alcanzado los 2.700 millones de euros, con un total de beneficios de 58,4 millones.
Se trata de una de tantas situaciones que se presentan un poco por todas partes. Mientras se intenta transmitir seguridad a los trabajadores sobre su salud, el contagio avanza también en las fábricas. El 21 de marzo, llegan las declaraciones de apertura por parte de la Confindustria nacional (y de las sedes locales, sobre todo lombardas, que desde hacía varios días estaban cada vez más preocupadas por que se les considerase causa parcial de la expansión de la epidemia). Los empresarios empezaban a darse cuenta de que, llegados a ese punto, ya no les convenía seguir locamente la producción. Se inician así conversaciones entre el gobierno y los agentes sociales.
«El frente sindical es compacto. El de las empresas, menos. Confartigianto [confederación principal de artesanos, de micro y pequeñas empresas], Legacoop [Liga Nacional de Cooperativas y Mutuas], Confapi [Confederación Italiana de la Pequeña y Mediana Industria] y Rete Imprese Italia [Red de Empresas Italia] están a favor del cierre en todo el país. Pero Confindustria echa el freno, pide tiempo para reflexionar (sí, hasta el último momento intentan arañar beneficios). Pero no se trata de una oposición rígida: la gran patronal de la industria propone un cierre gradual, no intervenir por igual en todos los sectores, y hacerlo con más severidad en Lombardía y con menos en otras partes. La reunión extraordinaria de hoy, convocada por el Palacio Chigi [sede del Gobierno, N. del T.] por videoconferencia, ha sido solicitada por CGIL, CISL y UIL [los tres mayores sindicatos del país, N. del T.], los cuales han escrito al presidente del gobierno, Giuseppe Conte, pidiéndole llegar a una conclusión sobre el Protocolo para la seguridad en los lugares de trabajo, acordado con los representantes de las empresas exactamente hace una semana. Otro objetivo del Protocolo es alcanzar un acuerdo sobre las medidas de apoyo a la economía. Pero sobre, evaluar la situación en las fábricas» [19].
La noche del 21 de marzo llega el anuncio del presidente Conte. El gobierno está escribiendo un nuevo decreto que prevé el cierre de todas las actividades productivas consideradas no esenciales. Esta decisión se produce doce días después de la extensión de las medidas de contención a todo el territorio nacional y veinticinco días después del cierre de colegios y universidades en el norte de Italia.
Pero la cosa no acaba aquí. Al día siguiente no se llega a publicar el anunciado decreto. Confindustria ha dado un puñetazo sobre la mesa, insistiendo con el cierre gradual, añadiendo la exigencia de garantizar que algunas actividades no esenciales podrán continuar en cualquier caso por razones de naturaleza económica [20]. El decreto final garantiza así la apertura «también de actividades necesarias para asegurar la continuidad de las cadenas de distribución indicadas en el documento adjunto [es decir, aquellas consideradas esenciales y estratégicas]» [21] y deja tiempo a las empresas, hasta el 25 de marzo, para organizar el cierre progresivo, continuando así el sacrificio de la salud de trabajadoras y trabajadores en el altar de los intereses económicos. Además, el decreto prevé también la posibilidad de garantizar el proseguimiento de la actividad económica a aquellas industrias capaces de ejercer la necesaria presión sobre las instituciones públicas. En el decreto se indica la posibilidad de continuar la actividad de las instalaciones a ciclo productivo único, incluso de aquellas no relacionadas con un servicio público esencial, pero de cuya interrupción pudiese derivarse un grave perjuicio a la propia instalación.
Los sindicatos confederados [los mayores del país, N. del T.] denuncian que la lista de las actividades esenciales ha sido ampliada respecto a lo que inicialmente habían negociado y amenazan con movilizaciones, incluida la huelga general, aunque, no obstante, no han llegado a oficializar esa intención [22]. Se cierra así, por ahora, la crónica de estas semanas, crónica de una masacre anunciada, consciente y perpetrada. Mientras tanto, una nueva semana se abre con huelgas en todo el país y las prioridades de quien lo gobierna se hacen cada vez más evidentes.
Fuentes consultadas [casi todas en italiano, N. del T.]:
[1] https://www.confindustria.it/coronavirus
[2] https://www.ilfattoquotidiano.it/in-edicola/articoli/2020/03/21/qui-a-bergamo-siamo-quasi-tutti-contagiati-e-i-deceduti-in-casa-li-scopriremo-fra-giorni/5744179/
[3] https://www.confindustriabergamo.it/comunicazioni/news?id=34783
[4] https://www.ilfattoquotidiano.it/in-edicola/articoli/2020/03/20/allarme-gia-a-febbraio-ma-confindustria-bergamo-is-running/5742931/
[5] https://www.ilpost.it/2020/03/19/morti-bergamo-statistiche/; para profundizar. https://www.ecodibergamo.it/stories/bergamo-citta/quasi-mille-morti-nella-bergamascai-sindaci-ma-sono-molti-di-piu_1346006_11/. Probablemente podremos evaluar la dimensión de la masacre solo cuando saldrán los datos oficiales de la mortalidad en estos meses comparados con los del año anterior.
[6] https://www.ilfattoquotidiano.it/2020/03/14/coronavirus-firmato-protocollo-per-sicurezza-lavoratori-si-ad-ammortizzatori-sociali-e-pausa-attivita-conte-italia-non-si-ferma/5736397/. El texto del protocolo se puede consultar aquí: https://i2.res.24o.it/pdf2010/Editrice/ILSOLE24ORE/ILSOLE24ORE/Online/_Oggetti_Embedded/Documenti/2020/03/14/Protocollo%20condiviso_docx-1.pdf
[7]https://www.ilmattino.it/napoli/cronaca/coronavirus_campania_napoli_sciopero_spontaneo_fiat_di_pomigliano-5102791.html
[8] https://www.ilfattoquotidiano.it/2020/03/13/coronavirus-i-servizi-essenziali-continuano-ma-le-misure-di-protezione-non-sono-sempre-garantite-specie-nel-pubblico/5734755/
[9] https://www.open.online/2020/03/13/coronavirus-giovani-industriali-scioperi-irresponsabili-bloccare-produzione-mettere-sicurezza-intervista/
[10] https://www.lanazione.it/prato/cronaca/coronavirus-aziende-aperte-1.5074367?fbclid=IwAR0LJiBROa_8GOhJO1Qy9uvzE759yfcco6A_b4ohNBGmgIxtq7yKRfvRADM
[11] https://www.confindustria.it/wcm/connect/5159345e-3729-4c8b-9179-fc2c51aa8b03/Affrontiamo%2Bl%27emergenza%2Bper%2Bla%2Btutela%2Bdel%2Blavoro%2B-%2BSintesi.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=ROOTWORKSPACE-5159345e-3729-4c8b-9179-fc2c51aa8b03-n3Vx8U8
[12] https://www.francescocosta.net/2020/03/19/dati-ufficiali-illusione-ottica/
[13] https://twitter.com/dariodivico/status/1241082434537631745/photo/1
[14] https://www.elperiodico.com/es/economia/20200315/ceoe-cepyme-ayudas-coronavirus-7890520
[15] La Stampa, edición papel del 21 de marzo
[16] La Stampa, edición papel del 21 de marzo
[17] La Stampa, edición papel del 21 de marzo
[18] https://messaggeroveneto.gelocal.it/udine/cronaca/2020/03/19/news/coronavirus-primo-caso-alla-danieli-automation-dipendente-positivo-1.38613357
[19]https://www.repubblica.it/economia/2020/03/21/news/chiudere_le_fabbriche_il_premier_conte_convoca_imprenditori_e_sindacati-251907191/
[20]https://www.repubblica.it/economia/2020/03/22/news/caos_serrata_confindustria_al_governo_non_si_puo_chiudere_tutto_scrivete_bene_il_decreto_-251987770/
[21] El texto del decreto: https://www.gazzettaufficiale.it/atto/serie_generale/caricaDettaglioAtto/originario?atto.dataPubblicazioneGazzetta=2020-03-22&atto.codiceRedazionale=20A01807&elenco30giorni=true
[22] https://www.adnkronos.com/soldi/economia/2020/03/22/decreto-sindacati-accusano-non-era-questo-elenco-concordato_zyUIKAPJiqXaXRc4N8tMjN.html?refresh_ce
6 respuestas a «Estamos en guerra: historia de una masacre»
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[…] es que, en las distintas manifestaciones y comunicados, se ataca retóricamente a Confindustria [la potente patronal industrial italiana, N. del T.] mientras se dan saltos mortales para no criticar al Ejecutivo, los tiempos, modos y […]
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[…] trabajadores. Nos han hecho trabajar cuando tendríamos que habernos quedado en casa, como todos, durante la primera oleada de la pandemia. Y ahora quieren seguir acumulando cada vez más dinero, y por ese motivo aumentan los accidentes y […]
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[…] Una declaración que contrasta con el comportamiento reciente de la organización empresarial, que durante los momentos más crudos de la pandemia demostró lo poco que le importaba la salud de s…. Resulta más lógico pensar que el objetivo de los grandes empresarios italianos es ahorrarse las […]
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[…] sido desde el principio la primera cosa que ha sido salvaguardada en esta crisis (huelga decirlo, por encima de la salud). Lo sabemos. ¿Pero por qué? Porque ahí arriba han entendido (también ellos leen a Marx, los […]
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[…] así, esos tímidos movimientos han bastado para movilizar a los grupos de poder italianos –desde Confindustria [la poderosa patronal industrial italiana, N. del T.] hasta los grandes periódicos– con el […]
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